Tebas sacó adelante un imposible

Ayer acabó la Primera, hoy lo hará la Segunda. LaLiga ha cumplido sus objetivos, cerrando los campeonatos en un periodo trepidante que ha discurrido sin incidentes. Javier Tebas, que siempre levantó esta antorcha, puede estar satisfecho. La testarudez baturra ha obrado en bien de todo el fútbol, minimizando las pérdidas de los clubes (sólo 250 millones por la falta de asistencia a los campos) y no los 750 que se hubieran producido si hubiéramos despedido el campeonato a la francesa, nunca mejor dicho. Los aficionados han vibrado con este ritmo de partidos, han disfrutado un final de LaLiga intenso y emocionante.

Tebas ha afrontado esto con tenacidad, no confundir con testarudez. No ha sido el 'chufla, chufla, que como no te apartes tú...' del superado chiste del baturro, sino un trabajo minuciosamente programado para encajar 231 partidos en 40 días: 394 viajes en chárter, 84 en autobús, 18 en tren, 379 jornadas de hotel, todo en burbujas asépticas para evitar que compareciera el coronavirus. Un costo extra de 20 millones, sin duda muy bien gastados. Y los temores de lluvia de lesiones en talones de Aquiles o musculares por agotamiento no se han confirmado. Este final de temporada ha sido modélico. VAR aparte, dicho sea de paso y con dolor.

Sin público, pero con tele. A partir de ahora quizá se entienda mejor el peso de la tele en esto y se admitan con mejor cara sus conveniencias horarias. Respecto al público, algo que decir: me parece bien que se haya jugado a puerta cerrada, desde luego. Pero no puedo dejar de señalar la discriminación. Han abierto cines, teatros, hipódromos, los toros, las salas de fiesta... Con restricciones, pero han abierto. Sólo al fútbol se le han tapiado las puertas y sólo el Marino de El Hierro ha incumplido. Me parece estupendo que el fútbol haya sido a puerta cerrada, porque así entre sus méritos estará el de su contribución cero a esta oleada de rebrotes.