El Barça, una historia sin amor

Conversación en La Catedral, de Vargas Llosa, empieza así: "Desde la puerta de La Crónica, Santiago mira la Avenida Tacna, sin amor". Lo que Zavalita ve delante son "edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris". Ahora la calle por la que discurre la moral del Barça presenta ese aspecto. Un luminoso roto, como Leo Messi, y esqueletos que, sin amor, deambulan por un campo en el que no pastan héroes.

El mejor, harto de callar, sacó la navaja de su pensamiento y dejó para el arrastre lo que el técnico y la directiva azulgranas sostenían con la boca suspendida. Esa novela pregunta: ¿En qué momento se había jodido el Perú? Trasladado a este escenario de culpas que son el resultado de mil maldiciones, el Barça se jodió cuando esta directiva creyó que sustituir era arreglar. Destruyó calidad hasta el hueso, que es la moral. El equipo es como el cadáver descrito por César Vallejo: "Y el cadáver, ay, siguió muriendo". Para resucitar este esqueleto hace falta amor. Y amor, como futuro, es lo que ya no hay.