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Serra, Setién, el Betis y una contradicción tremenda

"Lorenzo Serra Ferrer va a darle otra marcha al Betis, pero cuidado: al segundo año no va a haber quien le aguante dentro del club. Y si a ese carácter le sumamos el de Setién...", la frase proviene de uno de los más estrechos colaboradores del balear en una de sus dos etapas al frente del banquillo verdiblanco. Hace muchos años que aquella persona no trabaja ya en el club, todo lo contrario: siempre se mostró muy crítico con los que en Heliópolis manejan ahora el cotarro. No se trata, de hecho, del único excompañero de Serra que avisó (off the record) del tremendo desgaste al que somete siempre una relación laboral con el de Sa Pobla, en este caso no como entrenador sino como vicepresidente deportivo. Y sólo estoy valorando a los que no albergan  ningún tipo de prebenda en las oficinas del Villamarín. A los otros, evidentemente, no me los creo.

Aquellos oráculos acertaron. Serra y Setién colisionaron y los dos acabaron fuera del club cuando terminó la pasada campaña. Pero buena parte de los béticos de verdad y toda la vida, aquellos que aman las Trece Barras como si fueran hijas suyas, ven estos días en el balear la única luz posible al final de ese túnel de agonía interminable. Les entiendo: debe ser durísimo pensar que después de la mediocridad a la que siguen condenando al Betis los actuales dirigentes no hay absolutamente nada más que desierto. Y el empeño en defender las planificaciones de Serra, por mucho que fueran menos malas (y muchísimo más caras) que las anteriores, proviene seguramente de esta ciega fe.

Porque a Rubi lo trajo Serra, reconocido por el mismo Serra el día que se marchaba del club. Porque la plantilla actual, en un 70 por ciento, está perfilada por Serra. Una plantilla, por cierto, a la que un gran número de serristas seguía calificando el pasado verano como "plantillón al que entrena cualquiera" (menos Setién). Le tocó a Rubi ser ese "cualquiera" y el Betis, que el año pasado había terminado en 10º posición con 50 puntos, que alcanzó las semis de Copa y jugó hasta dieciseisavos de Europa League, va a acabar esta 2019-20 entre el puesto 12º y el (ojo) 16º de la tabla tras haber caído en 1/16 del torneo del KO a manos del Rayo Vallecano.

Setién se marchó al Barcelona, nada más y nada menos que el Barcelona, pero allí será posiblemente pronto despedido, como destituido pocos meses antes fue también Ernesto Valverde. Más allá de la incapacidad para gobernar un vestuario azulgrana que me da es ya de por sí ingobernable, la personalidad del cántabro en las ruedas de Prensa es también para echarle de comer aparte. Le condenará, como le condenó en el Betis. Pero es que Serra seguía y sigue tomando el sol de la Tramuntana mientras muchos de los que saben (y les aseguro que lo saben) que resulta "imposible" trabajar con él más de dos años seguidos continúan defendiendo su regreso al club como opción exclusiva para salir de los avernos de la vulgaridad. Y yo me pregunto: ¿no es todo esto una contradicción tremenda?