Carrusel intrépido y saluda al campeón
Este cronista se hizo del Barça cuando éste no ganaba nada; la costumbre de perder forma parte del espejo en el que se mira el aficionado que soy.
Garrido ha reinventado el Carrusel de Vicente Marco y le dio anoche a la jornada decisiva de LaLiga el aire que no debió haber perdido el fútbol: la emoción minuto a minuto. El Barça puso fácil el desenlace. Como si la gloria del pasado quedara instalada en el cuarto de los juguetes rotos, el Barça lo hizo tan mal que no le dio ni animación al Carrusel, como si Flaqui se quedara opaco, urgido sólo de vez en cuando a contar cómo, en media docena de veces, Messi trató de lavar el escudo.
Perder es una de las posibilidades del juego. Este cronista se hizo del Barça cuando éste no ganaba nada; la costumbre de perder forma parte del espejo en el que se mira el aficionado que soy. Lo de anoche fue una reiteración de la desgana, que interpretó en el graderío Arthur, cuyo bostezo parecía una ofensa y un relato del juego de su exquipo. Saludo al campeón, el equipo del nieto, y siento el gris del Barça de mi infancia.