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La pena máxima es el Valencia

Una semana. Solo una semana. Al Valencia solo le quedan siete días de aguantarse. La derrota en Leganés viene a resumir lo que está siendo el curso blanquinegro. Hasta el respetado Voro va a salir escocido de esta. El Valencia fue un alma sin pena durante la primera mitad y alma de cántaro tras la expulsión de Silva. Está claro que a Voro se le da mejor gestionar los miedos al descenso que la desconexión de este grupo de jugadores, un cortocircuito mental fomentado durante muchos meses desde el propio club. 

Evidentemente el paradón de Cuéllar en el lanzamiento de penalti de Parejo fue clave en los estados de ánimo de Leganés y Valencia. Pero más allá de ese error del capitán o acierto del portero, más allá del penalti de Kondogbia, la verdadera pena máxima es el Valencia, un equipo que lleva 218 días (que se dice pronto) sin ser capaz de ganar a domicilio. Ni tan siquiera fue capaz de hacerse de respetar ante un equipo agobiado por el descenso y que jugó los últimos 43 minutos con uno menos. Así ni Europa League ni gaitas.

Pero hablar en profundidad o exclusivamente de la derrota en Butarque solo serviría para perder la perspectiva de porqué el Valencia está dónde está y cómo ha llegado a este punto. El Valencia era hace un año un equipo que tenía espíritu de campeón y desde enero da pena allá por donde va. Los jugadores tienen su parte de culpa y responsabilidad, por supuesto. Pero a ellos también les robaron la ilusión. Una semana queda solo de aguartarse... pero miedo da hoy el día después.