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Es precioso cuando el fútbol nos quita la razón. Cuando algún jugador avanza parsimonioso, dejando cadáveres por el camino como Terminator. A menudo lo olvidamos pero en este invento todo es cuestión de talento, repetición y paciencia. Lo sabe muy bien Luka Modric, que se ha dedicado en los últimos partidos a lo mismo que durante toda su carrera: reventar pronósticos. El croata está imponiéndose al calendario exigente, a la feroz competencia interna y al reloj biológico. Ha vuelto a los campos insultando al calendario. Recordando que, en plena explosión de Fede Valverde, su fútbol matemático sigue mejorando el centro del campo blanco. Si el Real Madrid gana esta liga Modric será una de las explicaciones. Fresco de piernas y cerebro, el veterano se está exprimiendo cada tres días como el cachorro más pujante de la cantera.

Con Modric siempre ha sido sencillo equivocarse. Recuerdo bien lo que yo mismo escribí cuando llegó al Bernabéu hace ocho años. Me entregué rápido a su calidad, pero en esas primeras apariciones suyas sostuve que fichaban tan solo a un genio inconstante. A un talento indefinido, demasiado débil para explotar la banda e irregular para sostener el ritmo del partido en el centro. La cagada no fue como cuando creí que Cassano expiaría todos sus pecados en Madrid hasta marcar una época pero casi. Desde aquello, Modric ha regalado golazos impensables, ha dominado el centro del campo con un vigor admirable y, en general, se ha dedicado a dejarnos en evidencia a los visionarios.

Modric, en el partido ante el Alavés del pasado viernes.
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Modric, en el partido ante el Alavés del pasado viernes.Oscar J. Barroso / AFP7 / Europa

Sigue haciéndolo. Contra el Alavés volvió a destapar ese rasgo tan contestatario de su personalidad. Modric mejora cada jugada a la que le invitan y su fútbol preciso explica una de las mejores virtudes del actual Real Madrid: el respeto al juego. Conocer tus virtudes y tus defectos. A falta del fuego ofensivo de antaño, Zidane ha armado un equipo escrupuloso en cada acción defensiva. Esa virtud comienza en el triángulo formado por los centrales y Casemiro, pero prosigue en una salida de balón limpísima para no permitir el contragolpe rival. El conocimiento de Modric para aclarar la jugada le está permitiendo al Madrid aplicar un concepto muy sencillo pero que puede valer una Liga.