Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

Pan, dos quesitos y un plátano

El invierno de 1954 en París se recuerda como el de "la insurrección de la bondad" después del llamamiento radiofónico del Abad Pierre para ayudar a las personas sin hogar tras la muerte de frío de un bebé. Miles de personas acudieron a hacer donativos para los sin techo. Durante aquella ola glaciar, un albañil argelino de 18 años dormía en un apartamento en construcción aspirando a engullir la mejor comida que se podía permitir: un trozo de pan, dos quesitos de La vaca que ríe y un plátano. Se llamaba Smaïl y se apellidaba Zidane.

La historia forma parte del libro del periodista Frédéric Hermel dedicado a su amigo Zizou (editorial Espasa). La biografía desmenuza todos los detalles que hacen de Zinedine Zidane un tipo excepcional y homenajea constantemente la humildad del campeón. El libro es prolijo en imágenes al respecto de la sencillez del entrenador del Real Madrid, como el Ferrari que recibió en la Juve cuando ganó el Balón de Oro, que coge polvo en el garaje de Marsella del señor Smaïl porque al entrenador no le gusta conducirlo.

Alguno pensará que los aduladores que rodean a las estrellas diseñan superhéroes que hasta miccionan colonia. Si fuera así, simple estrategia, sería todavía más inteligente por parte de ZZ. Porque no hay mayor valor para un equipo de fútbol, más si tiene mucho talento bien pagado en sus piernas, que inyectar humildad en el cerebro de los jugadores. Si el Real Madrid consigue esta Liga, el francés igualará a Vicente del Bosque en con dos títulos. Lejos de las nueve de Miguel Muñoz en sus 13 años en el banquillo. Si se suman las tres Copas de Europa seguidas y su huella de jugador, el club tendrá que renombrar Valdebebas como 'Ciudad Deportiva Zinedine Zidane'.

Zinedine Zidane arenga a sus jugadores, ayer.
Ampliar
Zinedine Zidane arenga a sus jugadores, ayer.

Para comprobar el efecto que Zidane tiene en el vestuario blanco basta echar un vistazo a las alineaciones de Lopetegui y Solari durante esos nueves meses de ausencia del francés. Exactamente los mismos futbolistas que han vuelto del confinamiento como si hubieran estado pasando la cuarentena a base de pan, quesitos y plátanos.