La mejoría de la muerte

No tiene ya remedio el descenso del Espanyol, ni siquiera para los más optimistas que fantaseaban con las opciones de salvación en caso de victoria, en una jornada propicia (y desperdiciada) como tantas otras veces por los malos resultados de sus rivales. La derrota ante la Real Sociedad le condena virtual e irremediablemente a un futuro en Segunda, por mucho que en el Reale Arena mejorarsen la imagen y las prestaciones del conjunto de Rufete. Más solidario, más serio, más directo, más valiente incluso, con Nico Melamed de inicio. Demasiado tarde.

Lo que por momentos se quiso ver como la cura, como el inicio del camino a un milagro que hubiera superado a todas luces al de Pochettino en 2009, en realidad eran cuidados paliativos. Se conoce como mejoría de la muerte a ese repunte que experimentan muchas personas moribundas justo antes de fallecer. Esa recuperación inexplicable que alimenta en vano la esperanza de familiares, pero que al final hace todavía más doloroso el fatal desenlace.

Y eso justamente experimentó el Espanyol frente a la Real Sociedad en una primera hora de partido aseada, en la que la suerte incluso estuvo por una vez de su lado con el apurado fuera de juego de Willian José en el primer gol de la tarde, anulado, y con la respuesta del 0-1 poco después, tras un formidable pase al espacio de Raúl de Tomás (que de no ir convocado por una tenidinitis ha pasado a aguantar dos partidos casi completos), un córner y una segunda jugada. El elogio a la simpleza se manifestó en todos los goles, también los de los ‘txuri-urdin’, que aprovecharon la banda de Víctor Gómez, solo una muesca más en el interminable desfile de errores pericos este curso.

Ahora ya solo es cuestión de esperar, de cambiar las cábalas de realismo mágico sobre la permanencia por otras de realismo a secas sobre cuándo llegará el fatídico momento de la muerte. Si será ante el Leganés. En el derbi. O más allá. Es cuestión de estertores, de agonía. Pero el desenlace, ahora sí, es irreversible. Al paciente perico ya le han administrado la sedación terminal. Cuando despierte, será en otra vida. De las decisiones que se tomen dependerá si es mejor o el mismo infierno.