ALBERTO MARTÍNEZ

El Espanyol halla la cordura en tiempos revueltos

El equipo perico empieza con victoria el arranque y ofreciendo su mejor cara de toda la temporada. Los pericos creen y crecen.

Bernardo, celebrando el gol.
RODOLFO MOLINA
Alberto Martínez
Licenciado desde 2006 pero escribiendo crónicas desde 2003. En AS desde 2005, donde informa del Espanyol y de polideportivo, especialmente de deportes acuáticos. Ha estado en tres Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Natación y tres Europeos. Autor del libro ‘Jesús Rollán eterno’.
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Tabla rasa. El fútbol sin público y post parón por COVID-19 llevaba al fútbol a caminos inexplorados. Pero, lejos de ir a tientas, el Espanyol que ganó al Alavés pareció más cuerdo y cabal que el que había sido colista en las anteriores 27 jornadas. Puede ser por el reset mental, una auténtica tabla rasa en toda regla, o por la buena gestión de estas dos semanas últimas, pero la realidad es que no hubo peros al 2-0 pulcro y sin borrones del equipo blanquiazul. Una victoria para creer y crecer, en la que sitúa al Espanyol en la zona alta de la clasificiación en estos simbólicos 11 partidos. La salvación pasa por mantenerse ahí el siguiente mes.

Pasión perica. Uno de los pilares del conjunto de Ableardo en su regreso victorioso fue la pasión con la que jugó. A los dos minutos, Calleri ya se había roto el pantalón, mostrando su pantorrilla colorada como si jugase en un campo de tierra, y Embarba ya vio una amarilla por excederse en una entrada. Iban al límite los pericos, conscientes de que era ahora o nunca, sin importarle el desértico entorno. A lomos de Calleri, del desequilibrio de un eléctrico Embarba y de la astucia de Wu Lei, estuvieron los blanquiazules tan metidos que apenas erraron en defensa y ganaron duelos individuales incluso antes del error grosero de Pacheco.

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Coherencia. La expulsión de Pacheco cambió el decorado y allanó el camino al Espanyol. Pero hubo otros condicionantes que ayudaron. No le tembló el pulso a Abelardo para hacer la alineación después de su error, reconocido, en Pamplona. Calleri es imprescindible por su trabajo oscuro. Bajo su abrigo brillaron Wu Lei y Embarba. Melendo debe ser primordial sobre todo en casa, dado además su facilidad para coger la forma, mientras que Bernardo, Roca, Cabrera y David forman ese cuadrado que aporta equilibrio. Al uruguayo se le notó faltó de ritmo, víctima del COVID-19, un mal menor ante un Alavés sin delanteros.

Trascender. Cuenta James Kerr en 'Legacy', libro basado en los All Blacks, que un equipo rinde mejor cuando eleva su causa más allá de la victoria. “Hay que dejar esta camiseta en un lugar mejor”, resume, como lema de los neozelandeses. Y el Espanyol puede haber encontrado esa causa mayor encerrado entre cuatro paredes durante el COVID-19. “Esto es un hito”, han proclamado los jugadores. Ahora quedan diez partidos para volver a hacer historia con otra salvación milagrosa. La hormiga que sobrevive al pisotón de un elefante. Así es la vida del Espanyol, superar retos imposibles, como es este. ¿O era?

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