Hay que honrar la memoria de Alfredo Di Stéfano
El estreno oficial del Real Madrid en el Di Stéfano (la inauguración ante el Stade de Reims fue un simple amistoso en honor a don Alfredo) debe ser intachable. Como instalación no ofrece dudas porque se construyó con todas las modernidades de la época y, además, el club ha ido haciendo retoques desde que decidió que se convertiría en el nuevo hogar de la tropa de Zidane. El césped es una alfombra tan cuidada como La Gioconda en el Louvre de París. Los vestuarios son de cinco estrellas y los jugadores llegarán al campo desde la residencia en menos tiempo de lo que tarda un niño en devorar una bolsa de palomitas.
Pero la clave es arrancar la primera doble entrega del Di Stéfano (Eibar y Valencia) sin borrones. La mejor manera de dignificar la apuesta del club es que los blancos se hagan fuertes en su 'mini Bernabéu' y que la afición, aunque sea desde casa por el momento, lo identifique como un lugar inexpugnable para los visitantes. No seamos ingenuos. Si el Madrid saca los 18 puntos en sus seis partidos en Valdebebas celebraremos la iniciativa. Pero si al equipo le cuesta adaptarse nos acordaremos del santuario de La Castellana. La pelotita decide...