Abonos: Madrid y Barça despistan

El fútbol a puerta cerrada plantea una cuestión que en cualquier otro espacio del espectáculo estaría resuelto sin más devolviendo el precio de las entradas vendidas previamente para los espectáculos no ofrecidos. Así es de tiempo inmemorial en el mundo de los toros, y así era en los teatros de corralas de los tiempos de Lope de Vega que tan bien ha descrito Pérez Reverte desde los ojos de Alatriste. El fútbol hace meses que no abre sus puertas y tampoco las va a abrir ahora, que vuelve a jugarse. Los abonados pagaron esas entradas en casi todos los casos ya el verano pasado. Se quedan sin 5 ó 6 partidos. Ese dinero está en los clubes.

Lo suyo es que se les hubiera devuelto ya, pero el fútbol tiene algo de militancia, casi de religión pagana. Abonarse es en principio pagar asiento para un espectáculo. Si no hay espectáculo, usted me lo devuelve. Pero el fútbol da por sentado que ofrece algo más: la pertenencia a una tribu, el culto a una religión pagana, a una causa superior. Y así se entiende, por lo visto, porque no hay quejas. El Getafe ha sido generoso con su gente, ofreciendo gratis toda LaLiga del curso próximo, pero es una excepción que ha caído mal en el sector. Algunos ofrecen fórmulas de descuentos para el abono del curso próximo, vales para las tiendas o así.

La oferta más elaborada es la del Numancia, con seis posibilidades: renunciar directamente por amor al club; ceder esa cantidad para invitar a trabajadores sanitarios; cederla al fútbol base; compensarla en próximas temporadas; recuperarla en productos del club; exigir la devolución. En ese amplio espectro se mueven todos. El Atlético y el Sevilla compensarán el 20% por lo perdido este curso en la renovación del próximo, y por ahí se mueven otros. Los que aún despistan son los dos grandes, el Madrid y el Barça, para los que el apuro es mayor. En su caso, representa un serio porcentaje de sus ingresos. Por eso se hacen los suecos.