Jugar bien
¿Qué es "jugar bien"? ¿De qué hablamos cuando hablamos de esa entelequia? Jugar bien no es eso a lo que aspiran ciertos estetas y románticos del balón. Para mí, jugar bien es alcanzar ese nivel en el que podrías poner de pivote a un aficionado de la grada y tu equipo apenas lo notaría porque tiene automatismos, recursos y soluciones para cada momento del partido. Para mí, jugar bien es exprimir la plantilla. Jugar bien es no pechear en los momentos delicados, es no encajar goles cuando las piernas empiezan a temblar, el oxígeno escasea y el cerebro cortocircuita. Jugar bien es no dudar. Jugar bien es elegir. Porque elegir es renunciar. Es combinar el rutinario trabajo de una cadena de montaje con chispazos de creatividad. Es saber que nunca tendrás un restaurante de tres estrellas Michelin sin fregar el suelo.
Para mí, jugar bien también es defender, moverte con tus compañeros como si todos estuvierais atados por un hilo invisible. Algo que siempre se infravalora del Barça de Guardiola es esa presión asfixiante para recuperar el balón en campo contrario. Nunca vi nada igual. Pero de eso se habla menos. El Getafe de Bordalás es un buen equipo. O la ultraofensiva Atalanta de Gasperini. El Valencia de Benítez, el Racing de Santander de Marcelino García Toral, el Inter de Mourinho, la Grecia campeona de la Eurocopa eran buenos equipos también. El Atleti de Simeone es un gran equipo. Pero no sólo cuando gana en Anfield. Algunos dirán de estos conjuntos que no practicaban un juego vistoso. Depende. Yo veo belleza en la consistencia y en el empleo de los recursos disponibles. Un buen equipo es el que sabe qué hacer en cada momento, en cada escenario. Poner el trabajo al servicio del talento y el talento al servicio del trabajo.
A un buen equipo no lo define necesariamente el porcentaje de posesión, ni el número de tacones, ni la belleza de una chilena, ni la magia de un pase al hueco. Un buen coche no es ese vistoso deportivo que da con los bajos en el parking, su capota se atasca cada dos por tres y te saltan avisos sin entender nada. Un buen coche también es el utilitario que te dura 20 años sin apenas pasar una revisión. Jugar bien es rigor, imaginación y fiabilidad. Y sobre todo: que te dé igual lo que piensen los demás de ti.