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Covidiotas del deporte y del balcón

Covidiota, ya saben, neologismo aplicable a los que ante esta desastrosa pandemia se han significado por actitudes idiotas. Los telediarios van salpicados de sus majaderías, que suelen costarles multa o coscorrón, o ambas cosas. En el deporte también los hay, claro. El primero que se apresuró a asomar la gaita fue, por supuesto, Mourinho. Se llevó a unos cuantos jugadores del Tottenham a entrenar a Hyde Park. La autoridad competente les hizo retornar al confinamiento y aquí paz y después gloria. Pidió perdón, lo que le enaltece, por haberse hecho el listillo al tiempo que se ganaba la condición de pionero de la covidiotez deportiva.

La medalla de oro la tiene, sin duda Salomón Kalou, del Hertha de Berlín. Lo de Mourinho era furtivo y buscaba un provecho. Lo suyo fue un acto de exhibicionismo estúpido como el de los que se graban en el coche a 260 Kph y sin mirar la carretera, para que la Guardia Civil lo tenga fácil. Él hizo burla autograbada de todos los protocolos el primer día de trabajo, y sacando a sus compañeros sin consultarles. Uno de ellos y el médico le tuvieron que hacer salir de la sala de tratamiento, donde entró sin respetar las distancias debidas. Su triste celebridad de botarate internacional ha venido acompañada de la suspensión por parte de su club.

También Djokovic se grabó entrenando en la instalación marbellí de Puente Romano con un entrenador. A éste quizá quepa calificarle, con indulgencia, de covidespistado. Ese día se abrió la mano a los DAN, pero sin acceso a las instalaciones. El permiso se limitaba a ejercitarse al aire libre en espacios públicos. Tuvo que cortar y disculparse. Donde han abundado estos días los covidiotas ha sido entre los policías de balcones, muchos de los cuales la tomaron con deportistas DAN por correr a horas reservadas a los mayores de setenta, limitación que a ellos no les afecta. Antes de ponerse intransigente hay que estar muy seguro.