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La final más larga de la historia

La final de Copa del Rey que tienen que disputar la Real Sociedad y el Athletic Club va camino de ser la más larga de la historia. Porque sin haberse disputado aún, y con las dudas más que lógicas de cómo y cuando vaya a poder jugarse, ya están en plena faena competitiva tanto txuri-urdines como rojiblancos, en una pelea que, más que otra cosa, da bastante pereza. Entiendo los intereses que hay en juego, entiendo que cada uno tenga los suyos propios, entiendo que el aspecto económico no se pueda dejar de lado con toda la rentabilidad que le ha conseguido sacar la Federación Española al evento. Es imposible no entender todo eso. Pero tampoco entiendo el circo mediático en el que se ha convertido esta final de Copa, marcada de forma inevitable, sin que nadie tenga culpa de ello, por la crisis sanitaria del coronavirus.

La final de Copa debía haberse disputado el 18 de abril. Ambas aficiones tenían todo preparado para convertir el día en una inolvidable fiesta del fútbol Vasco en Sevilla. Y ambas aficiones demostraron estar a la altura con la preciosa ‘rivalidad’ en los balcones de la no final. Bizkaia y Gipuzkoa respiraron derbi vasco durante 24 horas para enseñar al mundo lo que podía haber sido en Sevilla y no fue. Exitazo. Los clubes también nos sorprendieron estando a la altura de las circunstancias. Fue un día lleno de nostalgia, con un punto de dolor incluso, porque llevábamos toda una vida esperando algo así. Y no sabremos cuánto más tendremos que esperar para que se repita. Real y Athletic publicaron un vídeo conjunto con un mensaje común: “juntos ganaremos esta final al Coronavirus”. Emotivo detalle.

Eso me hizo reflexionar. Pensé que Real y Athletic habían decidido ir de la mano en esta final. Iluso de mi. Todo lo contrario. Cada uno mira por lo suyo, mirando de reojo al rival. Es lícito. Y hasta podéis pensar que es normal. A fin de cuentas los clubes deportivos han dejado de tener ese apellido para ser casi más empresas. Y para sacarlas adelante no valen miramientos. Pero aquí hay otro componente: la afición, esa gente que tira del carro de la ilusión de cada equipo, que le permite seguir adelante, que nunca le abandona cuando las cosas peor se ponen. Por eso imagine un mundo ideal en el que ambos irían de la mano para emitir un comunicado conjunto (igual que el vídeo) para solicitar a la Federación y la UEFA que la final se juegue cuando las autoridades sanitarias permitan jugarla con aficionados en las gradas. Lo he hablado mucho estos días con mis compañeros y amigos de Bilbao Alfonso Herrran, Yago de Vega e Iñigo Markinez. Si de verdad mirasen solo por su afición, si no hubiera nada más en esta ecuación, ya lo habrían hecho. Porque en privado ambos clubes no paran de repetir en las últimas horas que quieren jugar la final con público, que esperarán lo que haga falta. Pero luego ninguno da el paso de decirlo públicamente. ¿Por qué?

La final la estamos jugando desde el momento en el que sabemos que no se iba a poder jugar el 18 de abril. Y no sabemos cuánto tiempo más vamos q estar jugándola. El partido de hubiera terminado con un comunicado conjunto, pero cada club tiene sus intereses, y guste o no, no es tan fácil renunciar q jugar una competición europea. No todos los años lo pueden hacer Real y Athletic. Yo también quiero una final con público. Lo reconozco. Pero también tengo mis dudas sobre jugarla en abril 2021. Me da la sensación de que estaría totalmente descontextualizada, pasara lo que pasara. Siempre he pensado que las competiciones se deben jugar dentro de su temporada natural. Es lo normal. Aunque esta situación, hay que reconocer, no es normal. Entiendo el argumento de la UEFA. Y si le queremos contrarrestar diciendo que es una final especial, no me vale. Para mi es muy especial, claro, porque soy Vasco; pero en un contexto global de europa esta final no es más especial que la de Francia, Alemania o Italia. Y estaréis conmigo que la final es siempre especial para quien la juega. No vayamos por ahí porque esa batalla la tendríamos perdida. Lo digo por si la Federación quiere esgrimir ese argumento ante la UEFA.

El lío en el que estamos metidos con esta final de Copa es importante. Se ha convertido en una especie de juego de ajedrez en el que nadie quiere mover ficha para no caer en un error, en el que nadie quiere adelantarse al movimiento del rival para no perder la ventaja. Y realmente la solución es sencilla: dejen de lado todo lo demás, y digan algo y claro: podemos jugar con público, así que esperaremos más allá de agosto. O sino expliquen por qué no pueden esperar. No entendí el comunicado del Athletic del otro día. Perdió una oportunidad inigualable de acabar con esta historia y quitarse la careta ante todos, despejar todas las dudas: queremos final con aficionados por encima de Europa. Porque con el billete europeo era más fácil defender ese argumento, ¿verdad? Pero cuando la UEFA desmonta la iniciativa de Luis Rubiales que mandaba a Europa a los dos equipos sin jugar la final, entonces ya es más complicado decir públicamente que quiero la final con público.

Ojo, no me parecía mal lo que hizo la Federación, porque servía para que no hubiera traba alguna para jugar la final más allá del mes de agosto, y que la UEFA no pusiera trabas. Pero claro, todo no se puede tener, final y Europa, sin haber hecho méritos para tener ambas cosas. Y la UEFA le ha dado un tirón de orejas a Rubiales, y estamos ante un callejón sin salida. Honestamente, no es justo cambiar de golpe y sin consultar con nadie una norma que se ha utilizado siempre en el fútbol español: cuando el campeón de Copa está clasificado para Europa vía Liga, se añade también al séptimo con premio europeo, no al finalista. Será más o menos normal, pero es lo que ha funcionado. Así lo entiende todo el fútbol español. Menos este año, que hay que cambiarlo. Si me explican la razón para el cambio, igual se lo compro. Yo no veo motivos. No olviden en Bilbao que su última clasificación europea llegó precisamente vía la séptima plaza, algo para lo que curiosamente tanto Real como Athletic estuvieron luchando sin éxito hasta el último segundo de la temporada pasada. Se la quito el Espanyol.

¿Y ahora qué? Pues ahora la Real parece ir de mano, llevar ventaja, pero sólo aparente, si es que esto se trata de eso. Que no lo creo. La Real parece querer desenmascarar al Athletic, pero tampoco quiere dar el paso de pronunciarse claramente. Porque en privado sí que dicen que van a seguir apostando por la final con aficionados en las gradas. Y luego nosotros en el Diario AS lo publicamos, como transmisores de noticias que somos; pero a nosotros nos pueden creer más o menos. De lo que no se dudará es de un comunicado público de la Real. Así que me hubiera gustado mucho que lo hubieran sacado. Y tomar ventaja de verdad. Porque no olvidemos que para la Real es relativamente más fácil tomar partido de una u otra forma. Pasas la presión al Athletic, al que sus jugadores no paran de mandarle mensajes muy claros mirando a la afición, mientras la directiva duda, porque Europa es muy golosa, aunque no la tengan asegurada. No es oro todo lo que reluce. Y no lo es porque si de verdad miramos por la afición, lo normal es decirlo ya juntos. Pero es que los aficionados también tenemos nuestra dudas, porque si nos dan a elegir (la última encuesta que ha visto es la de mi amigo Xabier Almandoz en Twitter, pero hay más) entre ganar la Copa sin público o perderla con público, elegimos sin dudar la primera opción. No queremos perder bajo ningún concepto. Pero pienso sinceramente que si queremos la final con afición en las gradas de La Cartuja, no hay que mirar a ningún otro componente de la ecuación. De ningún aspecto. Si primamos una final con público, vayamos con todo, sin poner más excusas, que en el fondo son trabas que lo único que hacen es que sigamos jugando durante más tiempo la final más larga de la historia. Pero tenga claro inca cosa: el único culpable de verdad es el maldito bicho, ese coronavirus que ha puesto patas arriba todas nuestras vidas. Lo demás ha venido después. Y aunque me da mucha pereza todo, lo veo bastante normal.