Las cosas de Robin

El fútbol a los 14 años, al menos a mis 14 años, era importante, muy importante. Era todo. Y a esa edad cayó en mis manos 'Las cosas de Robin' (Aguilar. 1996), el libro de memorias de Michael Robinson. Me lo llevé a Escocia en verano junto con un traje de niño del Real Madrid, una botella de vino y una cartera de Ubrique para mi familia de acogida. Mis anfitriones recibieron con alegría los presentes. A juzgar por cómo se bebió el padre de trago el Rioja creo que estaban entusiasmados. Mis consuelos en los momentos de soledad fueron las anécdotas de Robinson y un walkman con cintas de Sabina. Vaya adolescencia dura… Muchas de esas historias del exdelantero del Liverpool las hemos vuelto a paladear estos días. Cuando mandó a su mujer a por un mapa más grande de España porque no encontraba Osasuna o cuando le dijo al médico navarro del reconocimiento médico que si le parecía que su rodilla no daba para más, qué pensaría cuando viera la mala.

Creo que a la vuelta de ese verano mi cerebro ya se había programado para que mi profesión fuera buscar gente con buenas historias de fútbol. Digamos que en 1996 ya era director de la revista Líbero. Y con la intención de hacer algo digno de Michael Robinson la fundé 14 años después. Prueba de ello es que en el primer listado de temas del número cero de Líbero aparece el siguiente: "¿Qué fue de Atocha, la mítica maqueta de El día depués?". Desde 2012 han sido varios despistados pelotas los que nos han dicho que Líbero es el Informe Robinson de las revistas. Me avergüenza hasta escribirlo. Pero no puedo dejar de hacerlo porque como diría Valdano cuando le preguntan si Messi se acerca a Maradona, "la pregunta ya es un homenaje".

Desde El Larguero y El día después hasta Informe Robinson, pasando hasta por Las Tertulias del Asador del primer Real Madrid TV, todos los géneros que tocó tenían las reglas básicas del periodismo bien hecho. Y siempre con la sonrisa de un adolescente de 14 años que sueña con ser Michael Robinson.