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El ejemplo que los ojeadores buscan replicar en Bielorrusia

La sorprendente -y probablemente cuestionable- decisión del gobierno bielorruso de mantener los acontecimientos públicos durante la pandemia del coronavirus ha llevado a muchos ojeadores de todo el mundo a fijarse en su fútbol. Es la única liga europea que no se ha detenido, y por lo tanto la única que proporciona a los scouts aquellos factores que sólo se pueden considerar asociados a la tensión del directo: la sorpresa, el impacto de lo inesperado, el latigazo del momento presente que encandila al instinto. Pero, ¿realmente hay algo potable en el fútbol bielorruso o es una pérdida de tiempo fijarse en él? La experiencia reciente nos convencerá de que sí vale la pena echarle un ojo. El CSKA de Moscú acaba de pescar allí a un ariete de 20 años con unas condiciones impresionantes.

Ilya Shkurin nació en Vitebsk, la cuarta ciudad más poblada del país, situada en el noreste, ya cerca de la frontera con Rusia. Debutó en primera división en el principal club local, pero era joven y le dieron pocos minutos. Cuando en enero de 2019 se marchó al Energetyk de Minsk, un conjunto modesto de la capital que acababa de ascender a la máxima categoría, los dirigentes de su entidad formadora no sospecharon que estaban dejando escapar a una auténtica joya. Shkurin marcó 19 tantos y acabó como máximo goleador de la liga firmando el registro más alto de las últimas doce temporadas. Una cifra que no había alcanzado nadie desde 2007 en la liga bielorrusa: ni los internacionales del BATE Borisov, el sempiterno campeón que llegó a jugar varias ediciones de la Champions, ni los brasileños contratados desde el exterior por su teórica superioridad. Y no sólo asombró la cantidad de sus goles. También la calidad. Los anotó de todos los colores: remates de cabeza imponiéndose con una tremenda potencia en el salto, desmarques al espacio leyendo bien las jugadas, finalizaciones sutiles con clase en el mano a mano con el portero, acciones individuales logrando escaparse de varios oponentes… Sí, era la liga bielorrusa y habría que verle en un contexto de mayor dificultad, pero algo así en un casi debutante era serio y no podía pasar inadvertido.

Ilya Shkurin en su presentación con el CSKA Moscú.
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Ilya Shkurin en su presentación con el CSKA Moscú.CSKA Moscú

El 8 de enero de este 2020, el Dinamo de Brest, que acababa de romper la tiranía del BATE ganando la liga bielorrusa y poniendo fin a una serie ininterrumpida de trece títulos consecutivos del conjunto de Borisov, fichó a Shkurin por 95.000 euros. Parecía un fichaje pensado para intentar alcanzar el objetivo de clasificarse para la fase de grupos de la próxima Champions League, pero al día siguiente lo revendió al CSKA de Moscú por medio millón de euros. Sacó un beneficio de más de 400.000 euros por un jugador que sólo vistió su camiseta durante 24 horas. O ni la llegó a vestir, más allá de las fotos protocolarias en la firma del contrato.

Shkurin está ahora en uno de los equipos más importantes de Rusia, donde el fútbol sí se ha detenido. Pudo debutar y poco más. Cuando el CSKA pueda volver a jugar, muchas miradas estarán puestas sobre él.