Unos Juegos para celebrar

El Comité Olímpico Español, con Alejandro Blanco al frente, reunió este viernes a una serie de periodistas. La excusa fue la donación por parte de su homólogo chino de 9.000 mascarillas a través de la Fundación Juan Antonio Samaranch, de cuya muerte se cumplirán diez años este lunes. Un ejemplo de la creciente solidaridad procedente del mundo del deporte, que no ha parado de sumar desde el comienzo de la pandemia. También del país asiático, la zona cero. En el encuentro participó igualmente Samaranch Salisachs el vicepresidente del COI. Se habló de los Juegos, lógico. Y se habló mucho del futuro, de un horizonte todavía incierto. Tras el aplazamiento de Tokio 2020, el olimpismo pisa con mucha cautela: “Saldremos de esta como el resto de la sociedad, no más rápido”.

De momento, el deporte gana tiempo con sus eventos, en una cascada interminable de aplazamientos, en una huida hacia delante, pero siempre con los pies en el suelo, conocedor de que el paso a nivel no se va a levantar hasta que la salud pública lo permita. En esa filosofía se encuentran también los Juegos Olímpicos, ya fechados para el verano de 2021. Hay voces que cuestionan si para entonces estará la situación controlada, o si existirá ya una vacuna que garantice la seguridad. Exactamente lo mismo se puede señalar para los Juegos de Invierno de Pekín 2022. Otra vez China. ¿Quién lo sabe? La realidad es la que es, pero nunca se puede dejar de caminar. En la cabeza de Samaranch no se dibuja un panorama catastrofista y apocalíptico como ese, lo que no quiere decir que no pueda ocurrir. ¿Alguien se imaginó una pesadilla como la actual más allá de las películas de ciencia ficción? El vicepresidente del COI prefiere pensar en “unos grandísimos Juegos Olímpicos con una gran carga simbólica, en una celebración de la humanidad”. Unos Juegos para celebrar. Ese es el deseo.