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La voz del amateurismo en la élite

Debutó en Primera División con 29 años. En Segunda, con 28. A los 25 estaba jugando en cuarta. Y a los 22, en quinta. Su único paso por la cantera de un club de cierta relevancia se produjo siendo un niño: entró en las categorías inferiores del Sochaux a los 12 y lo echaron a los 15. Dimitri Liénard había perdido toda esperanza de convertirse en un jugador profesional y vivía el fútbol como un aficionado. Trabajaba en un supermercado y tenía dificultades para llegar a fin de mes. En estos tiempos de debates sobre recortes en las plantillas de élite y de sacrificios de multimillonarios, sus palabras han tenido mucho eco en los medios franceses: "Claro que estoy dispuesto a rebajarme el sueldo. Cuando cobras 100.000 euros al mes, pasar a cobrar 50.000 no te va a cambiar la vida. No creo que ningún futbolista se gaste todo lo que ingresa", dijo a L'Equipe.

Liénard juega en el Estrasburgo, club al que llegó en 2013 cuando militaba en National, la tercera categoría gala. Pese a su enorme dimensión social y a poseer un gran arraigo en el nordeste del país y más en concreto en la zona de la Alsacia, el Racing había perdido su estatus profesional por una mezcla de malos resultados deportivos y dificultades financieras. Un proceso de reconstrucción, con nuevos inversores y apoyo de las administraciones locales, lo reflotó. Liénard fue contratado por su experiencia y buenos registros en las divisiones regionales. Lo que nadie podía esperar era que iba a reproducir sus cifras de goles y asistencias en las categorías más altas.

Dimitri Lienard, del Estrasburgo, celebra su gol a lo Panenka.
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Dimitri Lienard, del Estrasburgo, celebra su gol a lo Panenka.Getty Images

Quizá porque su fortaleza principal es el golpeo de balón, ha sabido adaptarse a un fútbol con más ritmo en el que hay menos tiempo para pensar. Al fin y al cabo, el balón parado no cambia. Su precisión en los centros en los saques de esquina y en las faltas laterales sigue regalando asistencias a sus compañeros más expertos en el juego aéreo, y la mezcla entre potencia y efecto que imprime a sus disparos en las faltas directas ya ha sorprendido a guardametas del máximo nivel en la Ligue 1. El Marsella o el Lyon han sido víctimas de sus golazos en estos tres años que lleva en primera, y la productividad de sus envíos cruzados le ha hecho integrar a menudo onces ideales semanales de la liga al lado de figuras como Neymar o Mbappé.

Zurdo, capaz de jugar por dentro pero mucho más acostumbrado a actuar en la banda a pie natural, Liénard sabe que a sus 32 años no tiene mucho recorrido por delante como para plantearse llegar a clubes de mayor dimensión, pese a que sus estadísticas en la liga lo sitúan entre los centrocampistas más importantes en la generación de ocasiones de gol. Pero lo que ha vivido en los últimos tiempos no podía ni soñarlo: levantó la Copa de la Liga la temporada pasada, marcando un gol a lo Panenka en la tanda de penaltis de la final frente al Guingamp, y en consecuencia se estrenó en competiciones internacionales disputando las previas de la Europa League, donde el Estrasburgo acabó cayendo ante el Eintracht de Frankfurt.