Lorenzo Sanz apostó por Del Bosque y dio en el clavo

El tercer gran éxito de Lorenzo Sanz como presidente, la Octava, llegó una vez más por su buen olfato con los entrenadores. Capello le dio una Liga que supo a gloria (conquistada al Barça de Ronaldo Nazario). Con Heynckes llegó la Séptima. Y con Hiddink la primera Intercontinental en casi 40 años. Le falló el tiro con Toshack por culpa de la arrogancia del galés. Menospreció públicamente a su portero Bizzarri ("Cuando llega un balón al área cierro los ojos") para después insistir ("Es más fácil ver un cerdo volando por el Bernabéu a que yo rectifique"). Despido lógico, fulminante. Y solución brillante y de la casa: Vicente del Bosque.

La Liga no pudo reconducirla porque estaba perdida. Pero con el himno de la Champions, el salmantino consiguió unir al vestuario como una roca. Y demostró que de táctica sabe latín. Hierro se lesionó de gravedad en una rodilla antes de afrontar los cuartos de final. Esperaba el United de Beckham, Keane, Scholes, Giggs y Cole. Vicente, astuto, blindó la defensa con una línea de tres (Iván Campo, Helguera y Karanka). No era amarrategui, era una genial solución de pizarra. Con Redondo, McManaman y Savio en la medular; Salgado y Roberto Carlos como carrileros largos, y Raúl y Morientes arriba, el Madrid fundió a los red devils. El 2-3 de Old Trafford quedará para la historia gracias a la legendaria jugada de tacón de Redondo. Y en semis cayó el poderoso Bayern. Del Bosque indultó al díscolo Anelka y el francés firmó el pase a la final marcando en el Bernabéu y también en Múnich...

Yfaltaba la guinda. En París, Del Bosque desarmó al espectacular Valencia de Cúper, que apenas tiró a la portería de un niño de 19 años (Casillas). Y detallazo con Hierro y Sanchís sacándoles en los últimos minutos para levantar la Octava. Así se forjó el gran trienio del Real Madrid... de Lorenzo Sanz.