¿Cuándo volveremos a Selva?
Danilo paseaba por Selva, un pueblito en el interior de Argentina, cuando el zumbido de su teléfono frenó su paso de golpe. "Hola ¿Cómo estás? Volví de España y me encantaría verte", decía la notificación. La frase no era trivial. De hecho, cayó como un rayo sobre su cabeza porque pertenecía a un viejo amor adolescente. De repente le escribía aquella chica de Ceres, el pueblo vecino. Poco le importó a Danilo el vértigo de encontrarse con alguien del que había perdido la pista hace años. Tampoco los trescientos kilómetros que separan Selva de Córdoba, el lugar escogido para preservar lo furtivo de la cita pues ella estaba casada. Cuando le confesó que en España había sufrido síntomas de coronavirus Danilo lo escuchó como un alfiler cayendo al fondo del pasillo. Se vieron y se amaron. La historia inundó los hilos de Whatsapp de ambos pueblos como sólo pueden hacerlo los asuntos carnales y después llegó a oídos del gobernador que decretó el confinamiento de ambos pueblos por motivos que no hace falta explicar. Lo leo en la prensa argentina: hace dos semanas en las calles ahora desiertas de Ceres y Selva se discutía apasionadamente sobre fútbol.
Ahora echo de menos a mi madre, que está pasando la cuarentena en Oviedo mientras yo la sobrellevo en Madrid. Cada día cuando me levanto, antes de comparecer junto a mi mujer y mi hijo por videollamada, me pregunto si estará bien pero el pensamiento también gira hacia asuntos menos importantes. ¿Cuándo volverán sus mensajes cortantes desde el Tartiere tras algún desastre del Oviedo en esta temporada triste? En apenas dos semanas pasé de leer emoticonos con gotas en la cabeza a un "cuidaos mucho y no salgáis de casa" No sé en qué mundo superficial vivía, pero quiero regresar pronto.
Todas las veces que no estábamos para hostias resulta que en realidad sí lo estábamos. Recordémoslo cuando todo pase y regresemos a nuestras rutinas. Cuando volvamos a llenar el silencio opresivo de las calles con nuestros cánticos. No era tan malo el fútbol los lunes ni la Copa a doble partido. Quiero regresar cuanto antes a los rumores extravagantes sobre fichajes y a las opiniones sonrojantes de todos esos contertulios omnipresentes. Echo de menos las naderías y miserias que envuelven con su manto extraño el fútbol. Aquí encerrado, pienso en mi madre y en el polvo furtivo de Danilo. Pienso en el confinamiento de Ceres y Selva por amor y no veo la hora de volver a aquellas semanas cuando equivocarse estaba permitido.