Una derrota para aprender y no perder la fe
Decía hace pocas semanas Fernando Vázquez que la "derrota es inevitable, hay que estar preparados para cuando llegue". Pues llegó al octavo partido del técnico gallego. El primer revés se produjo ante el equipo más en forma de Segunda, pero sobre todo por errores propios y un nuevo arbitraje que no fue precisamente benigno para el Depor. Los fallos no estuvieron tanto en el sistema de tres centrales, sino por la forma de defender los córners, que fueron una alfombra roja para Eguaras y Atienza. A los colectivos se unió el individual de Peru con Luis Suárez. Fue casi un grito del vasco a su técnico: "No soy central, soy mediocentro". O sea, para sustituir a Somma fichen un central, por favor.
La puntilla del colombiano llegó un minuto después de la expulsión de Gaku Shibasaki. Nunca se hizo tan poco para un castigo tan grande. Duele, porque el partido estaba más que vivo hasta ese momento. Y duele más porque la semana pasada ante el Girona los coruñeses ya habían pagado una alta factura por el arbitraje. Con este frenazo el Depor se queda a dos puntos del descenso. Sí, pero por su actitud durante todo el duelo, por los buenos tramos de partido con balón y porque hay mimbres, no hay que perder la fe después de todo lo que se ha conseguido.