Qué fácil es sacudir a Sergio...

Sergio Ramos es un futbolista de época, que será recordado durante décadas cuando cuelgue las botas dentro de unos años. Sus números, individuales y colectivos, hablan por él. Los madridistas jamás olvidaremos su cabezazo en Lisboa, tan trascendente como el gol de Mijatovic en Ámsterdam. Su cabezazo en el minuto 93 cambió la historia de la camiseta que defiende con fiereza y orgullo. Quizás por eso le tienen ganas. Demasiadas. En La Romareda le abuchearon sin que hubiese una sola acción polémica en su actuación. En El Sadar desearon su muerte los más radicales (¿intervendrá LaLiga?). Tras su acción fortuita con Salah recibió amenazas elevadas de tono. Todo desproporcionado.

Sergio es vehemente y no especula. Sé que en ocasiones entra con excesiva fuerza y eso le ha costado ser el jugador con más expulsiones en España, pero todos callan cuando les replicas con esta pegunta: "¿Y cómo se explica que en 170 partidos con la selección nacional no haya visto una sola tarjeta roja?". Doble vara de medir... Sergio es un defensa descomunal con alma de delantero. Desde que es profesional suma 115 goles (incluyan su especialización sublime en los penaltis). Ramos factura. Por ejemplo, Riquelme se quedó en 104 goles, Pirlo en 86, Iniesta en 80... A sus casi 34 años es indispensable con el Madrid y con España. Se merece otro trato.