Casemiro es medio Madrid

La valentía de Zidane. No parece demasiado sensato estar aplaudiendo las últimas semanas el atrevimiento de Zizou en las rotaciones, el estar recuperando a jugadores que parecían desahuciados para el Madrid y, ahora, después del primer gran palo de la temporada, ponerle a caldo por ser consecuente con su ideario. Un equipo con Militao, Marcelo, Vinicius, Brahim, James y Benzema sólo puede funcionar con una pieza. La diferencia entre el bien y el mal en este Madrid es Casemiro, que hace más compacto al equipo, que acude a todas las ayudas, que entiende como nadie los partidos y que representa la solidez que, antes del encuentro ante la Real, había demostrado el líder de LaLiga.

El descaro de Vinicius. No sé si tiene que ver con una increíble personalidad o con la bendita insensatez propia de su edad, pero la exhibición de la Real en Chamartín, sólo tuvo la réplica del brasileño, que encendió al Bernabéu, que se graduó con acciones memorables, que hizo creer en lo imposible con el 1-4, que le costó la roja a su par y que tuvo tiempo para ayudar en defensa. Sólo el tiempo dirá si el gol se aprende con los años, pero un ejercicio tan evidente de ganas de comerse el mundo merece el reconocimiento público y la confianza de su entrenador.

La Copa de los soñadores. Hay que reconocer que este formato de Copa del Rey, tan demandado durante años, es una bendición para el fútbol. El partido único ha dejado momentos memorables y unas semifinales para la historia. Puede que los patrocinadores o las televisiones, vamos los que pagan la fiesta, no tengan el desenlace soñado, pero esto tiene que ver con los sentimientos y con el amor al juego, a la emoción, a la verdad. Las gestas del Mirandés, del Granada y de los dos grandes equipos vascos glosan una nueva y edificante página en este precioso deporte, por mucho que el VAR a veces te quite las ganas de todo. Si amas el fútbol, amas estas semifinales.

Messi, capitán trueno. Lo del Barça se puede explicar de varias maneras. El club anda hecho unos zorros, con la paradoja de facturar como nunca, pero teniendo que vender jugadores para pagar finiquitos. La planificación deportiva, con una plantilla peor que la de hace un mes, es más que deficiente. En medio de la tormenta, lo que más daño le está haciendo es el coste de la capitanía de Messi. Obligado a pelear batallas que no son suyas, ha pasado a tener más tino en Instagram que en la portería de San Mamés. Setién, tan ocupado en hacer jugar bien a su equipo, sin liderato y sin Copa, tiene ahora una misión más importante: devolverle la sonrisa a su capitán.