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Bale y la marmota

3 de febrero de 2020. Ha hablado Jonathan Barnett, agente de Gareth Bale. Otra vez. "Tiene dos años más de contrato", "está muy feliz en Madrid", "la mayoría de clubes no juegan en su liga". Sus declaraciones son el I got you babe de Sonny & Cher que despide el despertador de Bill Murray a las seis de la madrugada del 2 de febrero en una habitación de hotel de Punxsutawney, en la película Atrapados en el tiempo (1993). El actor encarnó a Phil Connors, un meteorólogo de Pittsburgh que acudía a la pequeña población de Pennsylvania para cubrir una tradición centenaria: el pronóstico de una marmota sobre la duración del invierno. Incapaz de volver a su casa por el mal tiempo, tiene que pasar otra noche en el pueblo. Al despertar al día siguiente, también a las 6:00, constata que todo sucede exactamente igual que el día anterior. Y al siguiente. Y al siguiente. Su condena es vivir en bucle en aquel 2 de febrero, el ya bautizado Día de la Marmota (si no han visito la película, no merecen el perdón). Pues bien, este 3 de febrero ha vuelto a sonar el I got you babe de Barnett. Como lo hizo el 22 de enero. O el 9 del mismo mes. O el 5 de diciembre. O el 21 de noviembre

Esta comedia (lamentablemente, ya no hablo de la película de Harold Ramis) repetirá las siguientes escenas. Las últimas manifestaciones de Barnett generarán en los periodistas un impulso para preguntar a Zidane convenientemente el próximo miércoles por ellas y la situación de Bale. El francés tirará de su registro habitual. Sin alterar el gesto y con un discurso perfectamente interiorizado: "Bale es uno más de la plantilla y lo utilizaré hasta el final. Está entrenando con nosotros". Los profesionales de la información, insatisfechos con la respuesta, volverán a interrogarle por si volverá a la convocatoria en Copa contra la Real Sociedad, después de dejarle fuera de la lista ante el Zaragoza y el Atleti. "Tú lo verás", zanjará el entrenador. Si el jugador vuelve a ser descartado, presenciará el jueves el partido en el Bernabéu y en el minuto 82 dejará el estadio en su coche, independientemente de si su equipo esté clasificado o eliminado. Si Zidane le da papel y minutos, el runrún le envolverá hasta que una de sus zancadas calme el ambiente y nos haga lamentar lo que pudo ser y no fue. Pudo ser un jugador que, por condiciones, se instalara en el santuario del madridismo. No lo fue por actitud. Cada vez hay menos miembros en el club que no se hayan desesperado con sus desconexiones.

Ya nadie espera que Bale sea ese sucesor de Cristiano Ronaldo que Florentino Pérez vendía desde que le fichó. Ya escribí en alguna ocasión que el 11 blanco no es culpable de la altura en la que colocó el listón el presidente, pero sí aparece en su cuenta de responsabilidades la falta de ambición e implicación, la aparente ausencia de interés en adaptarse a Madrid y al Madrid y unas exigencias por ser titular que nunca justificó de manera continua sobre el césped. A Gareth le quedan dos temporadas de contrato y, como lleva ocurriendo en los últimos años, a estas alturas ya hay quien garantiza que no continuará en Chamartín. Zidane es cauto. Es consciente de que lo más peligroso en la vida es hacerse ilusiones (aquel "mejor hoy que mañana" aún le debe desvelar por las noches), pues estas nunca tienen defectos, pero también de que la temporada es larga y Bale, extraordinariamente bueno y aprovechable. Del jugador depende si alargar más este invierno o anticipar la primavera. Pero para ello tiene que salir de su guarida. Como la marmota.