Robusto y lanzado

El Madrid alcanzó el liderazgo en un campo difícil -el Valladolid es competente en el capítulo defensivo- y un momento perfecto. La derrota del Barça en Mestalla ayudó a coronar la carrera del equipo, que no ha perdido ninguno de los últimos 19 encuentros que ha disputado. Se han discutido las razones del cambio del lánguido Madrid que salió de la pretemporada y del robusto equipo que encuentra soluciones a todo tipo de dificultades, incluida la ausencia del que es su gran figura: Eden Hazard. Todo indica que el equipo ha terminado una etapa y comienza otra. No hay manera de discutirle su condición de favorito en la Liga.

Durante el último año y medio, el problema era el gol, o lo que es lo mismo, la ausencia de Cristiano Ronaldo. Se habló, con razón, de la debilidad defensiva. El Madrid recibía una cantidad inaceptable de goles. Se temió por el desgaste de sus mejores jugadores, la mayoría de ellos por encima de los 30 años. Preocupó extraordinariamente el rendimiento defensivo durante el verano, definido por los siete goles que recibió frente al Atlético. Se parecía en tantos aspectos al decaído Real Madrid de la temporada anterior que el juicio pesimista se traslado a los fichajes. Ni Hazard, un futbolista de calidad incontestable, provocaba entusiasmo.

El giro es radical. Los viejos parecen jóvenes. Los jóvenes no se asustan. Los menos previstos, caso de Valverde, se han convertido en indispensables. El portero marca diferencias por primera vez en el Madrid. Benzema respira, ya no necesita marcar goles para salvar al equipo. Ahora marcan todos menos los delanteros. En cinco de los últimos seis partidos -Getafe, Valencia y Atleti en la Supercopa, Sevilla y Valladolid- el gol ha sido cosa de centrocampistas y defensas.

Nacho, que esta temporada ha intervenido menos que nunca, se añadió a la cuenta. Un espléndido cabezazo significó el gol de la victoria. Su celebración -un abrazo entusiasmado y sincero a Zidane- explicó algo más que la alegría del gol. El equipo respira alegría, optimismo y solidaridad.

Nacho, en el centro, se dispone a rematar el centro de Kroos que terminaría en el gol del triunfo del Real Madrid contra el Valladolid.

Enero ha sido por tradición el termómetro de la temperatura del Real Madrid. En las dos últimas temporadas ofreció tan malas señales que sus fiascos en la Liga estaban cantados. Esta vez ha ganado los seis partidos que ha jugado (ante el Atleti empató, pero venció en la tanda de penaltis) y ayer alcanzó la jefatura del campeonato. Ha invertido radicalmente la situación de los años anteriores, con todos los signos a su favor. Si algo destaca después de este proceso de regeneración, es la robustez. El Madrid gana cuando juega bien y gana cuando encuentra recursos suficientes en partidos complicados. El de Valladolid fue uno de ellos.

A una primera parte discreta, bastante sosa, con el Valladolid bien instalado, le siguió un segundo tiempo de evidente superioridad madridista. Kroos se elevó sobre los demás para dirigir el juego con una precisión incontestable. Está jugando algunos de los mejores partidos de su carrera en el Real Madrid. La ofensiva fue constante, sin caer en angustias. En este capítulo también se confirman los progresos del Madrid. Han adquirido una confianza visible.

Llegó el gol en uno de los muchos centros que se volcaron en el área. Quizá sobró alguno, pero no sobró la decisión de Nacho, que no es una torre de defensa, para imponerse a los centrales del Valladolid con un buen salto y un perfecto giro de la testa. No es infrecuente la aportación de Nacho para ganar partidos cruciales. Se le recuerda por aquel tanto ante el París Saint Germain. En Valladolid marcó otro importantísimo: le coloca al Madrid como líder en una campeonato en el que camina como un tiro.