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RDT y la teoría del caos

Cuando hubo orden, el Espanyol fue un muñeco de trapo en manos del Athletic, que controló los espacios como quien domina el tiempo. Pero, cuando apareció el caos, no hay mejor equipo que el irracional Espanyol. Al igual que la naturaleza, en ocasiones, no sigue patrones previsibles. Como lo fue el centro de Marc Roca en una jugada intrascendente y el remate de RDT, que acumula tres goles en tres partidos (1-1). Le han bastado dos jornadas de LaLiga para empatar a dos goles con el resto de pichichis. Un jugador que ha entrado con el pie derecho, el Mesías de este Espanyol que pretende pelear contra los elementos para salvarse. 

Todo es emocional en el Espanyol, incluso la llegada de los jugadores con más de medio millar de pericos agasajándolos a la entrada de pÁrking. Imagen curiosa la del autocar (esta vez sí el oficial) con los cristales tintados. No se veía nada del interior. Podían estar los jugadores o los asistentes VIP, pero nada detuvo otro momento mágico de la afición del Espanyol, que respondió con 27.500 espectadores, la segunda mejor entrada del curso. 

No es de extrañar que el Espanyol se maneje en esos momentos de locura. Todo en su historia es una desafío contra lo establecido, una carrera en sentido contrario, protagonista de momentos hilarantes. Como gastar 40 millones en enero y no en verano, como estar peleando por no bajar el año en el que se vuelve a Europa y como que un chino como Wu Lei sea el desatascador y el reclamo de la hinchada. Todo en sí es una locura adorable. 

Antes de que eso se produjera, Abelardo decidió premiar a los jugadores que ganaron en La Cerámica. Una alineación hecha también desde lo emocional, pero que pronto se dio de bruces con la realidad de un Athletic que tenía bien estudiado al Espanyol, cerrando el carril interior, abriendo a sus delanteros, creando superioridad por dentro para atacar por fuera. Rectificó Abelardo con Embarba, que se estrenó en un partido volcánico, y cedió el gol a De Tomás de manera involuntaria. Una asistencia que también suma. 

Como también lo hace el 1-1 que deja al Espanyol descontento. No por el partido que jugó, lejos de la sobriedad de Vila-Real o del derbi, sino porque se le escapa una nueva oportunidad de ganar en casa, donde siguen sin hacerlo. Un punto que baja el soufflé del equipo de Abelardo. El camino sigue siendo largo y duro.