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Sufrimiento.- La Copa, con este formato que permite a los pezqueñines comerse al tiburón tigre en una noche inspirada (que se lo digan a mis amigos del Ibiza con lo cerquita que lo tuvieron), es magnífica y divertida. El primero que lo valoró fue Zidane, que sacó un equipo altamente competitivo porque sabe que a 90 minutos todo el mundo te puede hacer un traje. Él lo vivió en Francia en su etapa en el Girondins, dado que allí la Copa siempre se jugó a partido único. Zizou sacó un once plagado de internacionales y jugadores cuajados. Al final lo arregló Brahim Díaz con su talentazo malagueño, pero no olvidemos que Areola, un portero grande como la Torre Eiffel, fue de los mejores del Madrid con tres paradas de mucho mérito. Eso habla muy bien de Unionistas...

Mis recuerdos.- El fútbol salmantino siempre estuvo en el santoral de mi infancia. En los años 70 recuerdo aquel Salamanca imperial con D’Alessandro en la portería, Rezza como jefe de la defensa, el portugués Alves (con sus inseparables guantes negros) en el centro del campo, y el barbudo Sánchez Barrios en ataque. En el banquillo estaba el fallecido José Luis García Traid. El Helmántico respiraba fútbol en todas sus tribunas. Allí recuerdo un par de triunfos épicos sobre el Barça y sobre el Atleti (¡y eso que Vieri metió los cuatro goles de los rojiblancos!). Por eso y desde la distancia duele verlos divididos. En esos tiempos, aunque en la clasificación pusiese Salamanca, todos les llamábamos ‘La Unión’. Por eso me gusta lo de Unionistas, al ser lo más parecido al espíritu puro de aquel equipazo. Más de dos décadas después el Madrid llegó con muchas de sus estrellas y con total humildad a jugar en esta ciudad universitaria y diversa. El once de 1999 fue el formado por Contreras; Panucci, Hierro, Iván Campo, Roberto Carlos; Redondo, Sanchís, Seedorf; Mijatovic, Raúl y Morientes. No pasamos del empate. Raúl, siempre Raúl, metió el gol del Madrid. Corino firmó el 1-1 definitivo. Toshack se agarró un buen berrinche. En ese equipo todos eran campeones de Europa. No sé si Toshack, que esa noche maquinó lo de su famosa frase de los “once cabrones de siempre...” habría hecho mejores migas con su compatriota Bale o si le hubiese incluido en ese vituperado lote. El galés abrió lata con un gol afortunado, pero lo celebró con el mismo entusiasmo e intensidad que yo mostraba cuando de pequeño mi madre me enjabonaba la cabeza y la cara para dejarme aseado. No entiendo a Gareth. Cada vez menos.

Brahim, crack.- Me lo decían Dani Garrido y Herráez en El Carrusel: “El chico tiene que salir sí o sí para tener minutos”. Les entiendo porque eso es lo lógico, pero también me pongo en el pellejo de Brahim. Salir del Madrid es peligroso porque no te garantizan el billete de regreso. Y con su talento es capaz de terminar convenciendo a Zidane. Le bastaron 32 minutos mágicos en Salamanca para abrir el melón del debate. Metió un par de goles (el primero con la fortuna de un rebote), envió otro lanzamiento a la madera y firmó tres jugadas estupendas con desborde y calidad. A sus 20 años tiene toda una carrera por delante. Si al final se queda, se merece mucho protagonismo en la Copa. Su arte evitó que el Madrid sufriese más ante ese Unionistas rebelde que dejó a la afición blanca helada tras el golazo de Álvaro Romero. Pero al final triunfó la lógica. El Madrid ya está en octavos y con todos los frentes abiertos. Hacía tiempo que este equipo no estaba vivo en todo. Es nuestro año.