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El Madrid se congela en Moscú

El Real Madrid aterrizó en Moscú con su imponente racha de 13 victorias consecutivas y el coliderato en la Euroliga, y despegó de la capital rusa con dos derrotas y con el récord congelado en la maleta. Que la deslumbrante marca de los blancos pudiera caer esta semana entraba en la lógica del baloncesto, sobre todo en su duelo ante el ogro CSKA, al que no doblega en su cancha maldita desde 2008. Pero nadie había imaginado en la ida un regreso con esta sensación tan fría. El Madrid no sólo ha perdido dos partidos, que en el deporte de alto nivel puede ocurrir, sino que lo ha hecho con una imagen desconocida en los últimos tiempos. El martes, ante el CSKA, sólo metió 55 puntos, un registro inédito con Pablo Laso a las riendas del equipo. Y este jueves, ante el Khimki, encajó 102 puntos, una abundante ración que nadie le había servido en este curso. Los dos marcadores no restan un ápice de las aspiraciones del Madrid en la competición europea. Ni eran invencibles antes, ni son unos paquetes ahora. Pero los números suenan raros para un grupo abonado al éxito.

Las dos derrotas seguramente tengan explicaciones comunes, como las bajas de dos piezas fundamentales, Rudy y Randolph, o la poca frescura de los recientemente reaparecidos Llull, Reyes, Mejri y Deck. Un gris escenario para jugar tres partidos en una semana. Los problemas físicos se acumulan en una temporada cargadísima, más aún con los precedentes de un Mundial y hasta de unos Panamericanos. Campazzo no descansa desde primeros de julio. El líder Efes asoma ahora en la próxima jornada. Ya veremos con qué dos caras del Madrid se topa. El baloncesto tiene estos altibajos. O, si no, que le pregunten al Barça, que después de tres derrotas volvió a la senda del triunfo ante el Fenerbah­çe. La risa va por barrios. Y a veces viaja en el puente aéreo con billete de ida y vuelta.