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Olvida el plan, Quique

"Si tengo que volver al Lugo, lo haré", advertía Quique Setién el pasado mes de mayo. Acababa de concretarse su salida del Betis y el cántabro venía a confirmar que no se le caerían los anillos por volver a entrenar en Segunda División. No era un plan demasiado ambicioso pero era un plan, al fin y al cabo. "Todos tienen uno hasta que les cae la primera hostia", solía decir Mike Tyson de unos rivales que, sin embargo, contaban con una enorme ventaja: la veían venir.

Por alguna extraña razón, siempre me acuerdo de la vertiente más filosófica de Iron Mike cuando la actualidad se empeña en sorprender. Hace apenas una semana, el Barça nos parecía un equipo de estructuras sólidas, con un entrenador bajo sospecha pero sin rastro de amenazas. Había superado los trances de Roma y Liverpool, había esquivado el golpe del Real Madrid en el Camp Nou, y marchaba líder en una Liga que lleva dos temporadas y media dominando. Nada hacía sospechar que su puesto estuviera en peligro, ni mucho menos que su sustituto fuera a ser Quique Setién, pero este Barça de Bartomeu resulta tan impredecible como en su día lo fueron el de Núñez o el de Gaspart.

Setién posó ayer en el banquillo del Barça.
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Setién posó ayer en el banquillo del Barça.Rodolfo MolinaDIARIO AS

Bien pensado, quizás podríamos afirmar exactamente lo contrario: que es el club más previsible del mundo, de ahí que nunca deje de maravillarnos. En pocas horas hemos pasado de resignarnos con la normalidad de Valverde a truncar las esperanzas de un CD Lugo que, a la vista de sus resultados esta temporada, todavía no habría descartado la opción de repescar a Setién. Por el camino se han quedado Xavi y hasta Pochettino, lo que nos demuestra lo amplia que es la horquilla en Can Barça, con una oferta en el plano de la comedia que para sí quisiera Netflix.

Gran aficionado al ajedrez, de Setién sabemos que ha disputado partidas contra grandes colosos como Karpov y Kasparov, que IBM lo invitó a jugar contra el ordenador Deep Blue Junior y que incluso llegó a escribir la necrológica de Bobby Fischer: tres magníficas experiencias para sobrevivir en un club habitado por mitos, dirigido por niños y en el que, tarde o temprano, siempre matan al único que tiene un plan.