El Real Madrid abandona las viejas tonterías

No le hizo falta jugar bien al Real Madrid para derrotar al Getafe, equipo que exige de sus rivales cualidades tan relacionadas con el carácter como con las estrictamente futbolísticas. Es probablemente el que mejor mide la temperatura real de sus adversarios. Desde esta perspectiva, el Madrid pasó el examen con nota. Tuvo entereza, fiabilidad y máxima atención a los detalles. Cuando llegó el momento, le hizo al Getafe lo que el Getafe suele hacer en los partidos: capitalizar los errores.

El partido se decidió en gran parte por la actuación de los porteros. Courtois mantuvo el nivel de los tres últimos meses y detuvo todos los remates que le llegaron, los fáciles y los difíciles. Soria, que había oficiado de espectador durante los primeros 20 minutos, fracasó en un despeje cómodo y permitió el primer gol del Real Madrid.

Antes y después del tanto, el Getafe se pareció al equipo que se ha hecho un gran nombre en la Liga. Atacó, presionó, remató y pretendió doblar la resistencia del Real Madrid en el cuerpo a cuerpo. No lo consiguió, y ese mérito indiscutible le corresponde al equipo de Zidane, con tres jugadores a la cabeza: Varane, Militao y Casemiro.

El Getafe no aflojó durante todo el partido, tampoco después del segundo gol del Madrid. Su propuesta exige un grado de aplicación casi fanático, la clase de convicción que no es habitual en el fútbol. Su derrota no rebaja un milímetro la consideración que se le tiene en España y la que probablemente alcanzará en Europa. No es el más estético de los equipos, ni le interesa. La pretensión del Getafe pasa por imponer sus condiciones en el campo (presión asfixiante, línea defensiva adelantadísima, victoria en las acciones divididas, esfuerzo extenuante) y por meterse bajo la piel de los rivales. Es casi un asunto mental que el Real Madrid supo resolver.

Detrás del combate se observó la diferencia entre esta edición del Real Madrid y la que ofreció en las dos temporadas anteriores. Todavía no es el equipo que sueñan sus aficionados, pero es mucho más firme en todos los aspectos. Termina la primera vuelta con siete puntos más que el pasado año y recibe el 50% menos de goles, hasta el punto de terminar de comenzar la segunda vuelta con el mejor registro de la Liga en este capítulo, igualado con el Atlético de Madrid. Es un dato fundamental y muy poco frecuente en el Real Madrid, más adherido por lo general a la contundencia ofensiva que a la defensiva.

Sus cifras en el ataque son correctas, pero no impresionan. Sin Cristiano, le cuesta bastante encontrar la red. Bale, una esperanza latente para el gol. Ha anotado dos en la primera mitad del campeonato y no marca desde el 1 de septiembre. Es un déficit que el Real Madrid corrige con su nueva fiabilidad defensiva, aspecto muy cuestionado en la pretemporada, definida por la gran cantidad de goles que recibió.

El recorrido del equipo explica su voluntad de combatir por el título. A diferencia de las temporadas anteriores, no se ha dejado llevar por la molicie, ni por las dificultades, que no han sido pocas. La derrota en Mallorca, que levantó tal polvareda que colocó en una situación muy delicada a Zidane, sirvió para cambiar el paso del Madrid. Desde entonces, el equipo es más firme, apenas hay sorpresas en las alineaciones y la sensación de fortaleza crece en cada partido, cuando juega bien o cuando tira de carácter, como ocurrió en Vitoria frente al Alavés o el sábado en Getafe.