Sin ningún buen propósito

Es una tradición que comparten todos los países, todas las culturas y religiones. Sea cual sea el calendario, solar o lunar, cuando empieza un nuevo año cada uno quiere mejorar radicalmente el año que acabó. Y por ello lo natural es tener buenos propósitos, hacerse a sí mismo promesas que se tendrán que cumplir sí o sí. Hay personas que quieren dejar de fumar, perdonar y volver a hablarse con un viejo amigo después de un largo tiempo de enfado, estudiar inglés o ir al gimnasio por lo menos dos veces a la semana. Las listas de los buenos propósitos son tan largas y diversas como gentes para escribirlas. En el caso de Karim Benzema, en cuanto a lo estrictamente deportivo, me pregunto sinceramente qué buena resolución podría pasarle por la cabeza a la hora de comer las uvas. Porque no tiene mucho que mejorar. Seguir con lo del año 2019 sería de por sí realmente magnífico.

Ser el pichichi del Real Madrid? Ya lo es. ¿Ser el mejor proveedor de asistencias del equipo? Ya lo es. ¿Ser el que mejor entiende el juego? Ya lo es. ¿Ser él que más espacios abre en el frente del ataque? Ya lo es. ¿Ser un líder en el campo y en el vestuario? Ya lo es. ¿Ser un buen compañero y un capitán responsable y activo? Ya lo es. ¿Ser un ejemplo para los jóvenes delanteros como Rodrygo y Vinicius, ayudarles y darles consejos? Ya lo es. ¿Ser un tipo simpático y normal en un mundo del fútbol que carece de normalidad? Ya lo es. Me imagino que si Benzema quiere meterse en eso de las buenas resoluciones tendrá que buscar algo en su vida personal porque, en lo que concierne el fútbol, no hay nada que apuntar. Por cierto, ¡feliz año Karim!