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La actitud de Luka Modric es digna de elogio. El Balón de Oro del año pasado podría afrontar de manera muy diferente su situación actual. A pesar de su estatus, ganado con su rendimiento a lo largo de su carrera, no ha tenido ni un mal gesto ni una mala palabra cuando le ha tocado ser suplente en algún partido importante, como el disputado hace unos días en el Camp Nou. Claro que le molesta no jugar, como a todos, pero no se queja.

Prioriza el colectivo y respeta, tanto la decisión del técnico como al compañero elegido en su lugar. Salió a jugar contra el Athletic muy enchufado y con ganas de demostrar que aún está para ser muy importante en este equipo. Yo también lo pienso. Pocos centrocampistas hay con el talento de Luka para conducir el juego ofensivo y encontrar la solución adecuada para cada problema. Queda Modric para rato.