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Zidane y los obsesionados por la pizarra

La dictadura de la inmediatez, la voluntad de buscar frases cortas para hacer titulares impactantes, la reducción del pensamiento impuesta por la cultura de las redes sociales es un drama para toda la sociedad. Ya no hay tiempo para el desarrollo del razonamiento, para el uso de estos matices tan importantes a la hora de evitar malentendidos. La simplificación conduce al dualismo radical, a la idiotez del sí o no, del blanco o negro cuando el quizás, el gris y la duda son la esencia de la vida misma. Incluso en el fútbol. Sobre todo en el fútbol. Porque un partido de noventa minutos puede ser el resumen de la existencia humana con sus altibajos, alegrías y decepciones. Por ello me gusta escuchar a los entrenadores explicar su trabajo, su filosofía, su método.

Entendí muchas cosas gracias a largas horas de charla con Carlo Ancelotti (¡suerte en el Everton!) y, ayer, sólo hizo falta abrir el oído para quitar de un plumazo estos tópicos sobre la flor de Zidane y lo del gestor de egos. El míster francés sabe hacia dónde va en cada momento su Real Madrid, pero no está obsesionado con los esquemas, con la pizarra. Para él, lo importante de la táctica es la animación del juego. La táctica es un estado de forma, un estado de la mente. Exactamente como lo era para Del Bosque o Ancelotti, es decir, para otros entrenadores como él que lo han ganado todo sin presumir de nada.