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El derbi de Koldo

Hay jugadores que son eternos para su afición. Me van a permitir que, ya que mañana se juega el Real Madrid-Athletic, les recuerde, sobre todo a los jóvenes, quien fue Koldo Agirre. Mito rojiblanco en el verde y en los banquillos que nos dejó el pasado mes de julio. Koldo, jugador de enorme clase, con solo diecinueve años formó en el equipo inicial de la final de Copa que el Athletic Club arrebató al Madrid que todo lo ganaba en Chamartín. Aquella final del año 58 pasó a la historia como la de "los once aldeanos", página señalada que se guarda como oro en paño en Bilbao. Tuve la fortuna de conocerle cuando era un chaval de prácticas en Radio Bilbao, muy amigo de Markinez, y le llamaba para las grandes citas. Allí, como buen vasco en torno a una comida, contaba un festival de anécdotas sin fin: del fútbol de entonces, de los viajes que eran odiseas, de aquellos balones que pesaban un quintal, de su primera ficha de setenta mil pesetas... Una vez me atreví a meter cazo, le pedí que recordara cómo siendo capitán de los leones eliminaron en Anfield al Liverpool con el sorteo a cara y cruz de una moneda después de salir empatados en ida y vuelta.

Koldo Agirre, en una intervención con el Athletic.
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Koldo Agirre, en una intervención con el Athletic.

El caso es que tengo muy clavado lo que más de una vez dijo: "El verdadero derbi para el Athletic es contra el Real Madrid". Supongo que los jugadores de entonces tenían un manejo diferente del término hoy asociado claramente a la rivalidad de dos mismos equipos de una ciudad, provincia o región. Lo que quería decir es que el partido grande de los leones siempre debía ser contra los blancos, porque esa rivalidad intensa por los títulos que se daba en su época le iba a permitir al club sostener la grandeza toda la vida. Les quiero contar que su admiración por Alfredo Di Stéfano era enorme. Aquel respeto tuvo su primer capítulo en la final copera, y eso que cuentan las crónicas que entre Etura y Agirre marcaron a La Saeta con tino ante 100.000 espectadores. Fueron después muy amigos en la selección, y siempre dijo que además de ser el mejor se llevaba a la gente de calle por su sentido del humor. Eran los años de Gento, Carmelo, Puskas, Piru, Arieta o Rial, grandes pulsos históricos. También se dieron, ya en los 80, en parte también gracias a Koldo, porque entrenando al Valencia derrotó al Madrid y eso permitió el alirón de su equipo del alma, entonces dominante. Confieso que tenía un tesoro que perdí por mi mala cabeza, una fotografía con él y el gran 'Txopo' Iribar de la que me acuerdo todos los días, dónde andará... El caso es que hoy me saco la espina, aquí, hablando de él, en la previa de lo que entendía como el gran partido del año.