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La paciencia siempre tiene premio

Asier Garitano estaba condenado tras la dura derrota en San Sebastián contra la Real Sociedad semanas atrás. El propietario del club, Josean Querejeta, había perdido la confianza en un técnico que estaba consiguiendo buenos resultados en Mendizorroza pero que fallaba estrepitosamente en los desplazamientos. Los choques en San Mamés y Reale Arena dejaron al guipuzcoano en la picota, al borde del abismo. Pero el director deportivo del Alavés, Sergio Fernández, habló con el máximo accionista y le convenció para seguir confiando en el técnico. La cercanía del partido del Mallorca (en Donostia se jugó un jueves por la noche y contra los baleares había cita ese mismo domingo) terminó por convencer a los responsables del club y el entrenador siguió vivo en el banquillo. A partir de entonces, el equipo creció, sólo cedió un empate con el Atlético como local, hizo buenos partidos lejos de Vitoria y sumó el primer triunfo en Ipurua.

El Alavés que jugó contra el Real Madrid fue muy competitivo, con las líneas muy juntas, solidaridad entre los jugadores y peligro cuando se aproximaba al área de Areola. Si sigue así, no tendrá problemas para salvarse y no hay que olvidar que el objetivo innegociable es la permanencia en Primera. Venir de una victoria, el curso pasado, desató los sueños en la parroquia, pero este Madrid está siendo mucho más fiable que el del año pasado. Por aquí pasó un líder.