El estudio de Zidane

Desde de la determinación y la ambición ganó el Madrid un partido de esos que marcan tendencia en el título de LaLiga. Fue el triunfo de los matices, los propios y ajenos, a favor y en contra. La escenografía demostró que Zidane preparó con mimo la visita al Alavés. Conocido el bloque tan compacto de los de Garitano, con los 11 jugadores en apenas 25 metros, el Madrid incidió en buscar la velocidad en la circulación, alargarse con dos laterales profundos como Carvajal y Marcelo, maniobrar con cambios de orientación continuos e invadir el área para disfrutar de distintas opciones de remate. La titularidad repetida de Isco, en claro ascenso futbolístico, volvió a mejorar cada posesión y cambió en muchos momentos el perfil de actuación de Benzema, que repartió sus caídas hacia ambos lados. Pese a las buenas intenciones, el conjunto madridista rindió al Alavés donde menos se esperaba. La energía y nervio en los duelos distinguieron la ventaja blanca.

En fase defensiva, el Madrid también exhibió una predisposición táctica distinta y, al mismo tiempo, menos eficiente. La huella en ataque del Alavés se extiende por los costados y en las prolongaciones de Lucas Pérez y Joselu. Zidane ordenó recogerse a su equipo en 1-4-1-4-1 para rectificar la posible superioridad local por fuera y proponer una estructura más sólida en el repliegue, pero el Madrid nunca tramitó con mando la operativa. En el lado de Marcelo había una fuga clara, primero con Aleix Vidal y después con Burke. El trazo sin balón de Kroos, Isco o Bale no es el idóneo y se echó en falta antes las ayudas de Valverde. Ramos tampoco se fajó bien con Joselu en las disputas aéreas y el Alavés tuvo una salida en largo con la que arañar a un Madrid que salió vivo por su ansia de una victoria con distintivo de vital en la carrera por LaLiga.

La diagonal

El Madrid orientó el juego con desplazamientos de lado a lado y profundos como este de Ramos para el desmarque de Carvajal. El lateral cedió a Isco después, pero su remate se fue desviado.