Mejor imposible
El Atlético ya está en situación de verse obligado a encontrarle el lado bueno a las cosas malas. Es algo que no para de ocurrir en un día normal en millones de hogares. Descubres algunas mañanas el optimismo donde no lo hay, y tras una racha horrible te vienes arriba, no sabes cómo, y de pronto exclamas: "Mejor imposible". No es una actitud insensata, o no absolutamente. Conocí una vez a una persona que aseguraba que para cuidarse primero hay que descuidarse, porque si no, no haría falta cuidarse. No desechemos esta idea a la primera sólo porque parezca un poco absurda. Hay un momento en que la desesperación es un arma más. Cada cierto tiempo irrumpe siempre un gurú diciendo que no conviene aprovechar una buena crisis. Cuando se comete un error, uno de esos que no acaban con tu vida, no hay que arrepentirse, sólo seguir adelante, porque siguiendo adelante los errores se capitalizan y dejan de ser errores.
A la mala racha en LaLiga, el Atlético está superponiendo una sucesión de tumbos interesantísimos en Champions. Tan interesantes, que tras la derrota en Turín la plantilla y los seguidores salieron con la cabeza alta porque en la segunda parte el equipo llevó la manija del partido. ¿Eso qué significa? No mucho. A mí la manija me hace pensar siempre en una navajita que llevo en la guantera del coche, que nunca me ha servido absolutamente para nada.
Resumiendo: el Atlético lleva un año malo, en todos los sentidos, pero no está en absoluto muerto. Las noticias no pueden ser mejores ni más alentadoras. Si gana el último partido contra el Lokomotiv pasará a la siguiente ronda de Champions. Y si Barça y Madrid en LaLiga siguen sin hacer maravillas, no acabará de descolgarse. Hay épocas tan desafortunadas que casi deseas que no te vaya mejor. Sólo tienes que saber sacar provecho de las desventajas, como cuando Jules Renard decía que, si tuviese talento, lo imitarían; si lo imitaban, se pondría de moda; si se ponía de moda, pronto pasaría de moda. Así que más valía no tener talento.