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Respetó al fútbol y a los jugadores

Luis Aragonés tuvo el reconocimiento de todo el fútbol español. A pesar de que fue una persona muy particular en el trato diario y de que como técnico tuvo enganchadas con jugadores importantes, estrellas como Luiz Pereira, Futre, Etoo o Romario con esa frase célebre de "míreme a los ojitos", Luis fue un entrenador respetado y querido en todos los clubes en los que estuvo. Del Atlético ha sido santo y seña, tanto en su etapa como jugador como en la de entrenador. Es el máximo goleador en la historia del Atlético, formó parte de uno de los mejores equipos rojiblancos de siempre con una delantera que los más veteranos se conocen de memoria (Ufarte, Luis, Gárate, Irureta y Alberto) y para los seguidores rojiblancos ha sido la persona más importante de la entidad. Pero le recuerdan con cariño y admiración en todos los clubes en los que estuvo dirigiendo: Betis, Sevilla, Barcelona, Espanyol, Valencia, Oviedo, Mallorca...

Sus compañeros y sus rivales elogian la figura de Luis. Su gran legado es el respeto hacia el futbolista y hacia esa profesión que tanto amó. No hay ni un exjugador que no le admire. Porque siempre se puso del lado de los jugadores. LaLiga, nuestro campeonato, no sería el mismo sin su aportación. Porque Luis tuvo una manera de entender el fútbol que nos cautivó a todos.