La IAAF premia fuera de sus normas

La IAAF, ahora renombrada como World Athletics, celebró su Gala Anual en Mónaco, una fiesta que pone el cierre a la temporada con los premios que destacan a los mejores del año. Normalmente, hay poco que discutir sobre los vencedores de estos galardones, porque este deporte, más que ninguno, se mide por las marcas y por los resultados. Pues hasta ese debate ha originado la actual IAAF, tan contradictoria y polémica en los últimos tiempos en sus decisiones, capaz de organizar unos Mundiales en un estadio con las gradas vacías, carreras de ruta a temperaturas poco aconsejables para la salud, de no censurar unas zapatillas voladoras que condicionan los registros, de suprimir disciplinas de la Diamond League que suponen un apagón en algunas regiones del mundo…

La última ha sido nombrar Atleta del Año a Eliud Kipchoge, que ya recibió la distinción en 2018, tras batir el récord mundial de maratón con un registro cósmico (2h 01:39). En el presente curso, sin embargo, su principal gesta aconteció en una prueba organizada fuera del paraguas de la IAAF. Kipchoge se convirtió en el primer hombre en bajar de dos horas en la distancia de maratón, en un reto que incumplía el reglamento en varios puntos: el circuito no estaba homologado, los avituallamientos eran móviles, las liebres salían y entraban, no hubo controles antidopaje oficiales, corrió sin rivales… A esto hay que añadir que el keniano calzó un prototipo de Nike revolucionario que la IAAF no se decide a regular. Sebastian Coe, por cierto, estuvo mucho tiempo vinculado a esa marca. La conquista de Kipchoge causa admiración, pero está fuera del ámbito federativo y es más propia del Libro Guinness que de las tablas deportivas. Su elección es sorprendente y paradójica. Y más en un año con unos Mundiales en los que Kipchoge ni siquiera participó. Igual que tampoco acudió a la Gala.