Don Martin
Tuve la oportunidad de charlar con Odegaard en Carrusel después de un partido en Anoeta, comenté con mis compañeros fuera de micro que me pareció educado, y con un manejo del español que demuestra su rotunda intención de integrarse mejor hoy que mañana. Esta sensación se vio reforzada en la larga conversación con Manu en El Larguero esta misma semana. Me hizo también pensar lo injusto que hemos sido con un crío que brilla con solo 20 años y que con 17 queríamos jubilar porque parecía un jugador entregado exclusivamente a la filigrana y al regate sin ningún tipo de beneficio para el equipo.
Eso no es así. Hasta el punto de que el míster Álvaro Benito señaló que bajo su punto de vista, hoy por hoy, es el mejor centrocampista de la Liga. Piensen en el ejercicio de madurez que está realizando; ha pasado de soportar la presión de estar en el primer equipo del Madrid con 16 años, debutando en Liga y Champions, a entender, más de cuatro años después, que necesita cumplir sus dos temporadas de cesión en la Real Sociedad. Sin cambiar el foco: triunfar en el Madrid. Lo tiene entre ceja y ceja.
Su evolución futbolística es muy evidente, incluso desde lo conceptual. De ser un jugador volcado a banda, driblador y con aire individualista a ser un centrocampista combinativo, sacrificado y entregado a su equipo. Entiendo que hay dos figuras claves en su explosión; Kvarme, su representante, fue un central destacado de aquella Real de comienzos de siglo XXI que tenía la Liga ganada, pero que la cedió finalmente al Madrid. Conocía el entorno que Odegaard iba a encontrar.
Y por supuesto Imanol Alguacil, entrenador valiente, que propone y que puso al noruego en la posición de centrocampista creador. Una lesión ha parado su progresión en las últimas semanas, pero ya sabemos de que es capaz este chaval por el que se peleó media Europa. El Madrid busca un relevo para Luka Modric a corto o medio plazo y, si no se tuercen las cosas, será Martin Odegaard.