Wales. Golf. Madrid.

El beso al escudo, el tuit en catalán, la visita navideña al hospital o el aplauso en las redes sociales al que insulta al rival. Los futbolistas nos tienen tan acostumbrados a los gestos demagógicos en público que han vaciado de personalidad a sus personajes. No me creo nada. Después pienso en Juanito saltando al ser cambiado tras la remontada al Borussia en 1985, lo comparo con la actitud incomprensible de Bale y creo sinceramente que el fútbol se ha acabado. Game over.

Puedo entender que la profesionalización del fútbol es inherente al desapego de los futbolistas con sus aficiones. No escuché nunca a Cristiano Ronaldo un elogio a Raúl, Puskas, Amancio, Santillana o cualquier comentario que demostrase su interés por el club para el que trabajaba. Ni falta que hacía. Cumplía su trabajo a la perfección y cuando quiso se fue con las estadísticas esculpidas en Chamartín. Nada que reprochar. Tampoco me pondrá nunca la piel de gallina su recuerdo. Para mí fue una herramienta útil para hacernos felices, pero no está en mi olimpo donde guardo a jugadores peores como Raúl, que nunca necesitó agitar en una bandera su orden de prioridades. Bastaba mirarle a los ojos para saber que con él se podía ganar o perder, pero eso era lo de menos.

"Gales. Golf. Madrid", la pancarta de la polémica.

El problema es que Bale solo se parece a Cristiano en la espectacularidad de su coste en fichaje y salario. En el resto de comparaciones es una caricatura. El ‘Wales. Golf. Madrid.' del martes fue una caja cerrada más de su mudanza. El único consuelo al respecto de Bale me lo dio el entrenador que le hizo debutar en Gales. John Toshack me contó cómo le aconsejó no tirar las faltas con el exterior para evitar lesiones. Bale no le hizo caso y clavó algún golazo de esa forma. "Haz lo que quieras Gareth", resolvió el técnico. Es decir, que se trata de un jugador que obedece estrictamente a su ego. Gareth. Gareth. Gareth. En ese orden. Siempre y cuando sirva para ganar finales como hasta ahora, ningún problema. Pero prefiero perderlas con 11 Raúles.