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Javi no se ha ido, sigue en 'Revolution'

Con el invierno, llega el frío y se echa de menos el calor de Javi sobre el hielo. Un tal Fernández que, como un Quijote (del que se vistió para asombrar al mundo en uno de sus programas), no soñó de niño en Cuatro Vientos con jugar en el Real Madrid o el Atleti, sino en ser una estrella del patinaje en un país donde se tira mucho de cubitos pero las pistas se cuentan con los dedos de las manos. Por eso se fue con 17 años a Estados Unidos (sin manejarse en inglés) para progresar con el técnico ruso Morozov, quien le llevó después a Rusia. Un camino muy difícil que acabó en el Cricket Club de Toronto, donde el gurú Brian Orser le recibió con una bandera de España colgada del techo junto a las de Estados Unidos, Canadá y Japón.

Sabía Orsen que tenía un diamante entre sus dedos. Y lo pulió a conciencia. Como Nadal y Federer hicieron crecer el tenis, su rivalidad con el nipón Yuzuru Hanyu, con quien compartió grupo en Canadá pero poco roce, ha llevado al patinaje a otra dimensión. La plasticidad del español frente a las piruetas cada vez más imposibles del japonés. Javi se ha marchado con siete Europeos, dos Mundiales y un bronce olímpico en Pyeongchang. Tremendo. Se fue, pero no se ha ido. Porque ahora se puede disfrutar de él en España con su show Revolution on Ice. Un espectáculo cuidado, con estrellas de la música en directo y mitos como Plushenko. Un lujo tan grande como él.