La mediocridad era esto

A todo el mundo le gusta pensar que es excepcional. Únicos lo somos todos, excepcionales sólo unos cuantos y cuando nos caemos del guindo la mayoría luchamos simplemente por acercarnos lo máximo posible a lo que nos gustaría ser. En el fútbol las líneas se diluyen y la excelencia se confunde con resultados, sin más. En el Barça se ha sobado hasta tal extremo el concepto del estilo y los valores que ha terminado por convertirse en un eslogan para vender camisetas y zapatillas. Y en ese laberinto andan perdidos. Entre el "vamos a preocuparnos un poquito, pero tampoco tanto" de Valverde después de empatar ante el Slavia en un pestiño de partido y tras pegarse el batacazo frente al Levante porque siguen líderes en LaLiga y en la Champions y el cabreo de la grada que ya les ha despedido con silbidos pese a los esfuerzos del encargado de megafonía del Camp Nou por dejarnos sordos —y mudos— a todos.

Hay motivos de sobra para preocuparse y el problema es estructural porque el Barça se ha olvidado de su sacrosanto estilo hace ya tiempo. Ter Stegen y Messi no tejen una manera de ser y de estar; salvan los muebles cuando toca, tapan el boquete y tira que te va. Se han olvidado de que eran excepcionales y ahora son uno más que se conforma con mirar la tabla y comprobar que van los primeros. En la mediocridad no están ni mucho menos solos, sino muy bien acompañados. Después de pifiarla ante el Levante y del empate del Atlético en Sevilla, el Madrid podía ponerse líder en solitario si ganaba a un Betis en horas bajas en el Bernabéu y no fueron capaces de meter un gol. ¿Y qué dijo Zidane? Que en la primera parte jugaron muy bien y que "estamos arriba y eso significa que no estamos mal". Barça y Madrid. No me chilles que no te veo.

Leo Messi, durante el partido Barça-Slavia.

Tampoco han visto sus estrellas planetarias con millones de seguidores en las redes sociales y un altavoz gigante motivos para dar su apoyo a las futbolistas de la Primera Iberdrola cuando anunciaron que iban a la huelga reclamando un convenio colectivo. Ni un puñetero tuit. Así de mediocres son.