Rodrygo se descubre de formas diferentes


Ni la chocante endeblez del Galatasaray, desconocida en un equipo de Fatih Terim, debilita las impresiones que volvió a dejar Rodrygo. Se le supone un mayor rendimiento en la banda izquierda por sus condiciones, rol que desempeñó en buena parte del segundo tiempo, pero se ha afianzado en la derecha ofreciendo una variedad de movimientos y recursos diferenciadores. En apenas siete minutos tomó dos decisiones distintas que avalan su facilidad para elegir la mejor opción. El primer gol llegó por esperar en el lado débil, siguiendo la jugada en todo momento. La ocupación de ese territorio le habilitó en el área para tener una ocasión de desborde y remate que aprovechó con suficiencia. Digiriendo aún esta notable definición, Rodrygo prolongó su hoja de desmarques desplazándose hasta el otro perfil del campo y volviendo a la zona de finalización para acabar con un remate de cabeza impecable. Siempre continua las acciones.
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Rodrygo entiende su posición y eleva el talento ofensivo del Madrid en los ataques posicionales, una cualidad en la que no ha tenido estabilidad en los últimos tiempos. El brasileño abre el campo, se sincroniza con Carvajal y no excluye las obligaciones defensivas de su repertorio (cinco recuperaciones). En cualquier caso, es capaz de recibir en zonas interiores y abandonar con agilidad su costado para participar en otros sectores del terreno de juego. Su lectura en la presión acostumbra a ser la adecuada y presume de un grado de anticipación notable. El robo en el 4-0 del Madrid lo confirma, aunque su envío tenso a Benzema fue todavía mejor. Rodrygo descubre sus virtudes y Zidane, receloso al principio, ya se agarra a él.
La ruptura directa

Rodrygo irrumpe en la escena con un movimiento de fuera a dentro para dar una línea de pase. Kroos dispara, pero el brasileño se hace con el rechace de Muslera y mantiene la posesión blanca.



