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La contradicción de Muniain y Bartra

El efecto esperado

A pocos futbolistas les sienta mejor la mediapunta como a Muniain. El navarro se ha visto arrinconado muchas veces a la banda, pero cada vez que vuelve al enganche su capacidad de influencia se multiplica. Garitano le colocó en esa ubicación ante el Espanyol, con Williams a la derecha y Raúl García como referencia. Muniain respondió con una actuación soberbia, certificada con un doblete. Su precisión en el pase aumentó hasta al 89% —8% más de su media— y el juego del Athletic fluyó de una forma más natural. La posición de Muniain es un factor crítico para Garitano en el futuro.

Ser responsable

El pánico del precipicio engendró un partido extraño en el Villamarín. Rubi salvó la cabeza y comprobó la implicación del vestuario. Bartra ofició como pivote junto al canterano Ismael, un papel un tanto singular en el que no desentonó. Se apuntó como una solución para equilibrar las incorporaciones continuas de los laterales, Emerson y Álex Moreno en este caso, y ratificó su buena relación con el balón (92% de acierto en las entregas). Fue una muestra de compromiso hacia su entrenador y hacia el equipo. La victoria, que no el juego, puede ser el principio del consenso verdiblanco.

La psicosis

Cada lanzamiento de Parejo a balón parado causa un grado de parálisis en el rival, una sensación relacionada con el famoso miedo escénico. El Valencia sacudió al Sevilla en la estrategia y rescató el empate con un cabezazo liberado de Rubén Sobrino. La jugada señala la dudosa decisión de Lopetegui de insistir en una defensa zonal en faltas laterales y saques de esquina a la que le falta mayor activación. Seis hombres sobre la línea del área pequeña a la espera de la llegada al remate de los contrarios. Sobrino se adelantó a Koundé, que apenas tuvo tiempo de reacción en un golpeo tan limpio y preciso como el de Parejo. Más que un error individual parece un problema de concepto.

Ampliar

Un vendaval

El reseteo del Levante en San Sebastián bordeó la excelencia ofensiva ante una Real Sociedad achicada por tanto tonelaje físico y técnico. Fue un equipo apasionado, finísimo en las asociaciones y de ráfagas imparables. Hasta cinco contraataques de los 12 que ejecutó acabaron en clara ocasión de gol, un porcentaje alto. Campaña y Melero lanzaban, Morales desbordaba y Bardhi y Mayoral resolvían. La desincronización defensiva de la Real, con la línea mal parada y un bloque muy largo, facilitó la faena granota.

El reconocimiento

Hay futbolistas por encima de los equipos. La temporada de Orellana sostiene esta afirmación en un Eibar todavía bajo la incertidumbre. Casi todos los ataques armeros nacen de sus botas y dinamismo. Con De Blasis se entendió frente al Villarreal —22 pases intercambiados- y entre ambos dictaron sentencia en el tiempo de descuento. No había mejor actor protagonista para encarnar el gol del triunfo que Orellana.