Retorno a la vitamina proletaria

En las alturas del Olimpo los flashes distraen. Tanto que a veces se olvida la esencia. La consecuencia señala al abismo. En esas anda el Lega. El milagro de los pepineros es mentira. Decía Garitano que los milagros no existen, que existe el trabajo y con él, los éxitos. Así el Lega (su Lega) llegó a Primera cuando nadie lo esperaba, aferrado al esfuerzo de un puñado de tíos con talento, pero, sobre todo, trabajadores. Eran una proyección de su ciudad. Obreros de relumbrón, aunque obreros, al fin y al cabo. Aquella idea parece haber retornado con Cembranos justo a tiempo para el rescate.

El nuevo entrenador goza de una nómina (todavía) justita más propia de la Tercera en la que entrenaba al filial, que de la Primera en la que anhela anclar al club. Por ahora sólo cuenta con Carlos Martínez como único ayudante junto a Joseba Ituarte, el preparador de porteros que también lo fue con Pellegrino. Tan justo andan de personal, que readaptador, fisios y utilleros han tenido que arrimar el hombro. Hasta el doctor, Alberto Lam, ha participado corriendo junto a Rubén Pérez en su puesta a punto. Pese a ello, en solo siete días Cembranos ha inyectado optimismo un equipo que deambulaba hacia la depresión. Además, ha recuperado viejas y buenas costumbres: cercanía con el personal, puertas abiertas y normalidad a raudales. Vitamina proletaria para recuperar la excelencia