Los huérfanos somos más fuertes

Perder a tu padre o a tu madre cuando eres muy joven es un drama que te persigue toda la vida. Daniel Hermel se fue en unos minutos cuando yo tenía 13 años y, por ello, siempre le he tenido un cariño muy especial a Marco Asensio. Porque le entiendo mejor que nadie, porque sé lo que siente cada día desde que murió su mamá, porque la pena nunca se va y que cada momento importante de la existencia está marcado por la ausencia del ser querido. Ni una Navidad, ni un éxito personal, ni incluso una gran noticia llegan a ser feliz del todo porque, en un rinconcito de tu mente y de tu corazón, notas que él o ella no lo puede compartir contigo y decirte que está orgulloso(a) de ti.

Y no crean que el paso del tiempo consigue curar el dolor que nuestras sonrisas intentan tapar. Somos como casas que siguen en pie, pero que tendrán siempre un agujero en el techo y que por ahí entrarán la lluvia y la nieve. Pero lo que la vida nos quitó con crueldad y brutalidad nos lo devuelve en parte bajo la forma de una fuerza muy especial y de un carácter de acero. Estamos mejor preparados que los demás frente a las adversidades y somos capaces de transformarlas en ocasiones de crecer y de brillar. Marco, tú que trabajas como un loco cada día para volver a jugar al fútbol, sé que me entiendes. Sigue así. Zidane te espera.