El valor de un gran equipo
La Fórmula 1 es un deporte de equipo, se trata de una evidencia que ya admite poca discusión. Aunque en ocasiones sea fácil caer en la tentación de centralizar todo el protagonismo en los pilotos, esos grandes héroes del deporte que son capaces de llevar a límite monoplazas de prestaciones infinitas y gestionar la presión con la frialdad de un cirujano. Sin embargo, conviene recordar siempre que sin el acierto de la escudería ni siquiera los mejores podrían sacar a relucir todo su talento. Mercedes lo ha demostrado en México, dándole la vuelta a una situación en la que, en principio, los Ferrari se presentaban como favoritos casi indiscutibles y por partida doble. Una buena estrategia, incluso algo atrevida, fue clave para conseguirlo con contundencia.
Hamilton venció y da un paso ya casi definitivo, si es que lo necesitaba, hacía su sexto título. Incluso ni él mismo vio del todo claro en algunos momentos lo que le proponían desde su equipo, los neumáticos aportaban muchas incertidumbres a esta carrera y despejarlas adecuadamente era el único modo de aspirar a la victoria. Pero los ingenieros de la escudería alemana lo tenían, o esa impresión daba, bastante claro y plantearon un cambio de neumáticos que dejó fuera de juego a Ferrari, a un Vettel que incluso replicando esa misma parada única no tuvo oportunidad de complicarle las cosas al británico. Así que de justicia es reconocer el trabajo de Mercedes, que quizá ya no tengan un monoplaza tan hegemónico pero sí mantienen el tono en sus decisiones.