Jesus y el milagro del 'jogo bonito'
Que el Flamengo esté 38 años sin llegar a una final de Libertadores es más o menos como si pasara lo mismo con el Real Madrid o Milán en la Champions. El equipo carioca es el mayor club de Brasil. Tiene la mayor afición del país y Maracaná es su casa. La mística de la camiseta rubronegra consagrada por Zico, Junior, Mozer y Leandro en la Intercontinental de 1981 ante el Liverpool pasó casi cuatro décadas adormecida y ahora, de las manos del portugués Jorge Jesus, renació con más fuerza que nunca. Además de finalista de la Libertadores, el Mengão es líder del Brasileirão con diez puntos de ventaja al segundo. Y está invicto desde el 8 de agosto.
Brasil siempre rechazó entrenadores extranjeros. Es un debate antiguo, pero que partía de una postura arrogante y proteccionista de los propios técnicos que creían que el todopoderoso fútbol pentacampeón no necesitaba aprender de nadie que viniera de fuera. Pues llevamos 17 años sin ganar un Mundial y no tenemos ningún entrenador en las grandes ligas europeas. El jogo bonito dio lugar al pragmatismo. A una epidemia de dobles pivotes y de conservadurismo. Hizo falta que llegara Jorge Jesus, un portugués, con la idea romántica del Brasil de otros tiempos. Y con ella dibujó su Flamengo. Vertical, agresivo, alegre, ofensivo y atrevido. Y con él Brasil volvió a disfrutar de un fútbol con el que puede identificarse. Con ADN canarinho. El milagro carioca del míster Jesus.