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ALBERTO MARTÍNEZ

Cornellà sigue en rebajas

El Espanyol, en el estreno de Machín en el banquillo, perdió por quinta vez en casa esta temporada y sigue con solo cinco puntos en puestos de descenso.

Pablo Machin, entrenador del Espanyol
Eric AlonsoGetty Images

Racha funesta. Sin Gallego pero con Machín, el Espanyol volvió a perder en el RCDE Stadium por quinta vez esta temporada en LaLiga. Cornellà-El Prat parece una tienda de liquidaciones, pues todos los rivales aprovechan las ofertas de un equívoco Espanyol para llevarse el tesoro. También el Villarreal de un imperial Gerard Moreno, que caminó en la segunda parte por el lado derecho como si fuera Messi, con el sigilo y la elegancia de una mariposa. Su influjo esta temporada es imprescindible en el cuadro amarillo, que agrava la crisis del equipo del debutante Machín, que no despierta pese a tener el empate en varias ocasiones.

Tratamiento. El fútbol no entiende de recetas mágicas. Los tratamientos son a medio plazo, por eso el Espanyol sólido e intimidador de los primeros 15 minutos se fue de nuevo vulgarizando. Pero en ese periodo se vio lo que quiere el técnico soriano, un Espanyol con dos laterales profundos, una defensa que juegue siempre en largo y buscando los costados, una presión asfixiante y una capacidad para finalizar desde cualquier posición. Un sistema que también entraña riesgos, como el que propició el 0-1. Las bandas están desamparadas. Y por ese agujero, el que dejó Pedrosa, se hilvanó el tanto moral.

Estreno prometedor. La mejor noticia del encuentro fue sin duda el deseado y a la vez ilusionante estreno de Víctor Gómez. Apenas sufrió defensivamente el lateral, que llegó más veces que Pedrosa por la izquierda, centro con criterio e incluso se atrevió con un lanzamiento que fue de las mejores ocasiones de los locales. En jugadas de presión supo salir airoso, demostrando que también domina los espacios reducidos como avispa. Asfixiado, fue sustituido por Wu Lei. Tanto él como Piatti tendrán que readaptarse a nuevas posiciones.

Sin puntería. Calleri volvió a estrellar un balón al poste, Asenjo le sacó el gol a Granero cuando los espectadores ya se levantaban de los asientos, incluso la presencia del VAR impidió que los pericos lanzaron un penalti por supuestas manos de Pau Torres. La suerte le es esquiva al Espanyol de Machín como también lo fue al de Gallego, aunque el equipo siguió entero y peleando hasta el final, sin que los amarillos pudieran sentenciar.

El consuelo. Machín no ha iniciado aún la revolución en Cornellà, territorio conquistado cada vez que se juega un encuentro, pero este nublado domingo al menos sentó algunas bases. Un triste consuelo para un Espanyol que sigue en las antípodas de lo que debe ser.